El americanismo está más vivo que nunca. Los azulcremas se colaron a la Final tras eliminar al Monterrey (4-3 global), y con ello, sacudir la paternidad que ostentaba los Rayados en series finales.

Las Águilas planean sobre las alturas, y miran hacia abajo al resto de los equipos que cayeron en su intento por llegar a la última instancia. Ahora, el americanista está dispuesto a pelar de tú por tú con cualquiera por la corona.

Monterrey había cumplido con la tarea de mantener viva la eliminatoria en el primer tiempo, aunque mucho tuvo que ver la falta de contundencia azulcrema. La Pandilla necesitaba un gol, así que manejó sus tiempos, incluso hasta antes de comenzar el partido, retasando el inicio del mismo por arribar tarde al Azteca.

El carrusel de oportunidades frente al arco norteño, comenzó con una falla garrafal de Raúl Jiménez: Orozco salvó su valla tras un remate de Benítez, el balón se elevó y el ‘9’ reventó de volea la pelota, cuando la portería estaba desguarnecida, ante la incredulidad de la parcela azulcrema.

Las Águilas no se desbocaban en su intento por tomar ventaja, conscientes de que no podían regalar ni un ápice a la ofensiva de Rayados, pues de los botines del Chupete Suazo ya había surgido la primera llamada de alerta, tras un potente disparo que pasó a centímetros del larguero azulcrema.

La agrupación americanista tenía a su solfista Christian Benítez, quien a toda costa quería incrementar su cuota goleadora, y no pasaba la pelota por más franco que estuviera su compañero frente al arco rival; sin embargo, a la postre tendría su recompensa.

La incertidumbre carcomía a los hinchas de las Águilas, quienes se desesperaba porque su equipo no encontraban el gol que les permitiera dar un apretón más a la soga que tenían puesta los Rayados.

Y fue de manera polémica, como las Águilas encontraron el tanto que los acompañó en un vuelo tranquilo hacia la gran Final: el silbante se comió un engaño de Rubens Sambeuza, y decretó una pena máxima, que el canterano Raúl Jiménez hizo efectiva con un tiro raso y colocado.

El fervor de ver al América en una final más invadió las tribunas, los cánticos y los oles, era proporcionales a la entrega de los jugadores en la cancha. Así que no tardó en llegar la cereza al pastel: Jiménez peleó y recuperó el esférico, sirvió para el Chucho quien definió con un potente disparo, que disparó las alegrías, mientras dejaba a la Pandilla herida de muerte.

Aún así, los regios apelaron al orgullo, para encontrar el gol de la honra en el último suspiro del partido, mismo que cristalizó Aldo de Nigris.

El América cumplió y se sacudió los fantasmas que los asechaban en la era de Miguel Herrera. En su cuarto intento (3 de Liga y una en la Copa MX) los azulcremas al fin pudieron superar la instancia de semifinales, para meterse en este Clausura 2013 a la Final, done todo apunta que tendrán que enfrentar al Cruz Azul.