El León apenas levantó una pestaña y dos rugidos bastaron para comerse a unos Xolos indefensos. La fiera dormitaba en su jaula, por momentos parecía que se levantaría para devorarse a su rival de estas Semifinales, pero no encontraban el camino. El Tijuana y su fortaleza defensiva lo impedían. Entró Othoniel Arce y la historia cambió, los Esmeralda encontraron la llave del gol y de la victoria (2-0), a falta de 90 minutos por disputarse.

Los Panzas Verdes estaban domados por un Tijuana férreo en defensa y seguro en el mediocampo. Lucía complicado crear algún espacio o siquiera acercarse a la meta de Cirilo Saucedo. Antonio Mohamed aprendió de la goleada (4-0) recibida en la temporada regular, por lo que ahora cerró filas para evitar otra catástrofe. Logró ese objetivo, aunque no pudo evitar la derrota.

Los Xolos marcaron casi 60 minutos de ensueño en el Bajío. Todos corrían y defendían; cerraban los espacios, impedían los arribos rivales y atacaban con velocidad. El partido era suyo, mientras que los de Matosas no encontraban ni el balón ni su juego. Había que luchar, pelear y perseguir el objetivo de otra manera. El cuadro fronterizo no especuló, sólo se cuidó y desplegó un juego con paciencia y sin prisa.

Pero no consiguieron los Xolos el cero en el arco por tres minutos de incertidumbre. En estos pocos segundos los de Mohamed perdieron el balón y el orden defensivo, aunque provocado por un León indomable que quiso salir a la caza en un par de ocasiones ya pasado el entretiempo. Lo consiguió en ambas a través, primeramente, de Othoniel Arce, el revulsivo de su equipo en esta ocasión.

Britos y Maz no se entendieron y tampoco recibían el apoyo de Peña y Burbano. La Fiera no se encontraba en el campo, pero no era por falta de ganas o motivación, sino por la certeza de Gandolfi, Pellerano y compañía. La defensa tijuanense podía más que el ataque de los Panzas Verdes. Quizá era cuestión de tiempo.

Para ello entró Arce. El artillero se convirtió en el artífice en el ataque de su equipo casi sin querer. El juvenil ingresó por Britos y aprovechó un balón de Peña que se escurrió entre la defensa para cruzar por completo al abucheado Cirilo Saucedo. El León rugió y llegó el estallido de la jaula del Bajío que asustó a sus visitantes. Nada atípico en esta ciudad.

La muestra llegó apenas unos segundos después: Peña volvió a tomar el balón, se armó la jugada casi solo para servir de nueva cuenta Arce, quien no pudo definir de primera instancia, pero el balón le regresó al Gulit para vencer de nueva cuenta a Saucedo. El daño estaba hecho, los Esmeralda ya tenían en las manos lo que tanto habían buscado y el partido estaba a su favor.

Dos rugidos y la encomienda estaba hecha. El León no arriesgó de más ni tampoco abandonó su filosofía, pero sí fue más cauteloso. Atacó con sigilo, pero sin tanta hambre. Maz dejó el campo, Nieves entró al quite, pero el equipo ya no creó más de lo que había logrado. Llegó el momento de saber cuidar la ventaja y mantener el arco en cero.

Caso contrario pasó con los Xolos. El cuadro de la frontera insistió y generó alguna ocasión, pero sin encontrar fortuna. El partido estaba del lado de los Esmeralda en cada aspecto y no había forma de cambiarlo. En el estadio se respiraba un aire triunfante, gracias a las sensaciones transmitidas por el equipo, que superó los primeros 90 minutos, a falta de una nueva batalla que tiene pase a la Final. Primer round para el León.