Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Rata inmunda, animal rastrero, escoria de la vida, adefesio mal hecho, Infrahumano, espectro del infierno, maldita sabandija, cuánto daño me has hecho, eso era lo que se escuchaba de un lado de la ciudad viendo a Paquita la del Barrio.

En otro lado, el comediante Mike Salazar hablaba que su suegra tenía cuerpo de dólar, porque le vale madre el peso, contando su mejor chiste de zumba, haciendo imitaciones y entreteniendo a un público sin ser futbolero.

La televisión tenía la visita del Papa, el América contra Veracruz y el Rayados contra Santos de la Liga MX…y aun así hubo fieles.

Fueron 3 mil 535 aficionados los que tuvieron como mejor opción de viernes por la noche a Correcaminos enfrentando a un Mineros que se prestaba para consolidar el buen paso del naranja en el Ascenso MX y tener una gran fiesta en el estadio Marte R. Gómez, pero como la canción de Paquita se quedó muy chiquito.

Fallaron una, fallaron dos, se rompieron nariz y unos cuantos chicharrones en la grada, las flautas del que pasó no fueron suficientes para aliviar el dolor, las cervezas amortiguaban las fallas, pero era increible.

Cuantas más pueden fallar, ¿Por qué Reyes siempre se cae?, no hay idea, corren a lo loco, eran los comentarios de la desesperada afición; largos fueron los lapsos que era más importante voltear a ver el teléfono, -¿Cómo va el América?-, preguntaban, mejor hubiera ido a Paquita se murmuraba.

Largos 90 minutos en el que las emociones fueron pocas, al final, algunos disparos que hicieron que medio se moviera el cubetero, pocos minutos para acabar y el penal a favor de Correcaminos era marcado.

A veces en los partidos no gana el mejor, gana el que hace los goles, Ever Guzmán tomaba la de gajos, parecía seguro, se escuchaba un ojalá no la cague, algunos chistaban mientras la mayoría sacaba su celular como previniendo un grito de gol y el júbilo de los fieles naranjas.

No fue así, Ever Guzmán entregó al arquero y Rodolfo Reyes remataba como queriendo golpear a alguien en Preferente Norte, la afición ahogaba su grito, no sin antes culminar con un abucheo el silbatazo final del partido.

“Rata de dos patas, te estoy hablando a ti, porque un bicho rastrero, aun siendo el más maldito
comparado contigo, se queda muy chiquito”.