A sus 100 años sigue con la fuerza y la ilusión de oler el pasto de La Noria y presenciar un poco de futbol. Es una pasión sin igual. Es lo que marcó su vida y no lo deja por nada. Don Nacho Trelles intenta respetar a toda costa una rutina que ha marcado en los últimos tiempos al visitar al Cruz Azul cada martes. En ocasiones, por cuestiones de salud, no acude, pero al menos una vez al mes está presente.

De parte del club, a Don Nacho se le asigna un chofer, quien va por él a su casa y lo acompaña en La Noria en todo momento. Es quien le ayuda a subir y bajar del auto, además de que también lo auxilia en los pocos pasos que da para acercarse al campo.

El mítico entrenador no falla. Lleva los colores bien puestos para visitar al equipo de sus amores. Apenas desciende del auto y tan rápido como puede, se acerca a la cancha para tomar asiento en una de las sillas que se le tienen preparadas para su visita.

Ahí, sentado y en paz, presencia la práctica con tranquilidad. De repente comparte algunas de sus opiniones y anécdotas con su acompañante, pero no pierde de vista el balón y cada uno de los movimientos que hacen los jugadores durante la práctica.

Ya cuando finaliza la sesión, el exestratega es saludado por los jugadores y cuerpo técnico. Es una figura respetada y querida en el seno celeste. Es una leyenda de la institución que siempre está cuidado y es recibido para cuando quiera visitar a los suyos.

“Viene más o menos una vez al mes y siempre platica con los jugadores. En ocasiones se reúnen y habla con ellos. Incluso también llegó a platicar con Tomás Boy últimamente”, compartió uno de los empleados del club.

“En ocasiones lo he escuchado que les dice a los jugadores cómo pegarle al balón o cómo hacer un movimiento”, contó otro empleado de La Máquina.

Ya finalizada la práctica y los saludos con la plantilla, Don Nacho vuelve a casa para descansar luego de la visita al Cruz Azul, a ese equipo que hizo campeón de Liga en dos ocasiones en su gestión como entrenador. A sus 100 años, Trelles no pierde su ilusión, su pasión y mucho menos el amor por La Máquina.