Por varios lados que se le vea, Rayados está para replicar en Liga el título reciente en Concachampions. El conjunto de Víctor Manuel Vucetich hirió a los Xolos con un 2-1 lleno de precisión y paciencia, aunque también con un poco de exceso de confianza.

Los Rayados visitaron el Estadio Caliente para silenciarlo durante gran parte del partido, a pesar de los apuros iniciales que superaron gracias a la enorme variedad de recursos.

Todavía sin cumplir un año en Primera División, los Xolos jugaron su primer partido de Liguilla en la historia, con la seguridad de que una derrota decorosa igual era digna de elogio.

Pero decidieron que no era suficiente la clasificación porque ésta no había sido casualidad sino producto de una gran constancia a lo largo del torneo, en el que fueron la defensa menos goleada y sólo perdieron 3 de 17 partidos.

Con esa mentalidad arrancaron el juego, ligeramente superiores y al menos con más llegada que el cauto y agazapado visitante.

Un centro de Fernando Arce al minuto 12’ terminó en el travesaño por un desvío de Aldo de Nigris que ya coreaba como gol la afición canina.

Pero la pelota nunca entró porque la contundencia la puso Rayados, que superó las angustias del inicio sin desgastarse, haciendo gala de paciencia.

El primero de sus goles llegó mediante un cabezazo de Jesús Zavala, el contención exportable que celebró con brincó eufórico y de repente se encontró a un par de metros de la afición local, que reaccionó del “shock” lanzándole un par de vasos con cerveza.

Era el minuto 30 y antes los de Tijuana habían intentado con disparos de Joe Corona y Duvier Riascos, el colombiano desequilibrante que por momentos se deshacía en quiebres y gambetas, lejos de ser contundente.

Mermados anímicamente, los seguidores xolos volvieron al silencio repentino con el golazo de Ángel Reyna, quien tomó el balón al límite del área y lo puso en el ángulo para el 0-2 al 49’.

Con la cómoda ventaja, Rayados siguió esperando, provocando el desgaste de Xolos, más emocional que físico porque todas las que se quedaron en intentos terminaron por causar desesperación, evidente en los reclamos hacia el silbante.

Ejemplo de ello fueron las protestas luego del clavado que el árbitro le “compró” a Jonathan Orozco al 66′ y detuvo las acciones a pesar de que los locales buscaban el arco rayado, sin el portero que se quedó tendido en su propia área.

Lo imperdonable llegó con la expulsión de Richard Ruiz, el lateral que en el primer tiempo estuvo a punto de marcar un golazo desde fuera del área pero que al 79’ vio la roja por una segunda amarilla a partir de una falta burda sobre Neri Cardozo.

En esa jugada, Víctor Vucetich ya había sacrificado a “Chelito” y Reyna para enviar a la cancha a Ayoví, Cardozo y Héctor Morales, este último con el cual cambió la formación en la defensa, movimiento que permitió la insurrección local.

A pesar de que cerca del final el Monterrey estuvo cerca del tercero con disparos a los postes de Humberto Suazo y Luis Pérez, además de un gol anulado por un dudoso fuera de lugar al chileno, los de Tijuana revivieron con el 1-2 marcado por Raúl Enríquez, quien se encontró un rebote en el área que reventó hacia las redes.

Así, lo que era un cómodo triunfo Rayado quedó en simplemente una ligera superioridad regiomontana, pero ventaja al fin.