Ya con el boleto a Brasil 2014 y todavía sin hacerse oficial que dirigirá a la Selección Mexicana en ese evento, Miguel Herrera asegura que ponerse como objetivo alcanzar los cuartos de final (quinto partido) es muy poco. El “Piojo” le tira a lo más alto.

“Si estoy pensando en el quinto partido, no voy a la Copa del Mundo”, sentencia. “Voy a ir con la idea de hacer el mejor torneo, llegar hasta lo más alto, que es el campeonato”.

“Si no aspiro a eso y cada día no me levanto con el anhelo de ganar un título, me estoy poniendo límites. Afortunadamente, en mi vida no me he puesto alguno y, cuando uno llega a lo más alto, siempre tiene que voltear para arriba”.

El Tricolor ha sido eliminado en octavos de final en las más recientes cinco Copas del Mundo. Sólo alcanzó la ronda de los ocho en casa: México 1970 (sin fase de octavos de final) y 1986.

“A la Copa del Mundo hay que ir con la idea de cambiar todo y ganar un título”, insiste. “¿Difícil? Sí, mucho, pero si no vas con esa ilusión ¿a qué vas?”.

Eso sí, deja en claro que, con él u otro entrenador, los verdes deben “mejorar muchísimo”.

“Para ir a la Copa del Mundo se necesita eso y estamos muy conscientes”, agrega. “El nivel en ese torneo es otro y si queremos hacer una Copa del Mundo diferente, hay que trabajar muchísimo para mejorar”.

No repetir la macabra historia vivida durante 2013. La Selección Mexicana pasó por una bochornosa reclasificación, frente a Nueva Zelanda, debido a terminar en el cuarto sitio del Hexagonal Final de la Concacaf rumbo a Brasil 2014. El “Piojo” terminó un trabajo que no pudieron finalizar José Manuel de la Torre, Luis Fernando Tena y Víctor Manuel Vucetich, a quienes agrega en su lista de personas clave en este éxito.

“Estoy muy contento por el desempeño de los muchachos, agradecido al máximo por su entrega; también lo estoy con los 18 dueños del futbol mexicano, quienes me dieron el sí para que tuviera esta oportunidad”, menciona. “También quiero agradecer al “Chepo”, Luis Fernando,

“Vuce”… Ellos tuvieron un camino mucho más sinuoso que el nuestro. A nosotros nos depiden con aplausos, la gente pide autógrafos a los muchachos, camisas. Si esto hubiera pasado en Panamá, Costa Rica u Honduras, a lo mejor hubiéramos salido bajo una amenaza de botellazos”.

“Es un camino difícil y diferente. Ellos lo vivieron, así es que (quiero) agradecerles, porque son parte de esta situación”.
No derramó lágrimas tras oficializarse la presencia tricolor en la XX Copa del Mundo, recuerda que se trataba de una obligación.

“Desafortunadamente, el año fue malo. Por eso, el festejo es mesurado”, justifica. “Estábamos conscientes de que la instancia en la que lo conseguimos no es la idónea, pero es importante estar entre los 32 y México ya está. Misión cumplida y regreso a mi club (América), a concentrarme de lleno en la Liguilla”.

“El éxito de estos muchachos me arrastra y estoy contento por ellos, por el objetivo que lograron. No soy chillón, por eso no me salen las lágrimas, pero estoy muy contento. De hecho, feliz de la vida”.
Espera terminar su labor con las Águilas para volver al banquillo nacional y dirigir en tierras brasileñas, por más que cumpla con las formas y aguarde la Asamblea de Dueños del 2 de diciembre, en la qwue se designará al hombre que estará en la XX Copa del Mundo.

“Eso lo calificarán los directivos, los dueños”, insiste. “El objetivo para nosotros era llevarles el boleto y ya está en las manos del señor Justino Compeán (presidente de la federación Mexicana de Futbol) y Héctor González Iñárritu (director de Selecciones Nacionales)… Se los entregamos el señor (Ricardo) Peláez (director deportivo del Tricolor) y yo”.

Con dos victorias sobre Nueva Zelanda y un irrefutable 9-3 global.
El “Piojo” valora el “punch” mostrado ante un equipo que tuvo momentos de buen futbol durante los 180 minutos, sobre todo como local.

“No sé si el rival fue fácil o no, nosotros lo hicimos fácil”, presume. “Eso fue lo más importante, porque jugaron bien, tuvieron la pelota, (pero) ellos (seleccionados mexicanos) no se desesperaron”.