Abre sus diminutos ojos lo más que puede en cuanto se percata del puñado de aficionados que aguardan por él en la puerta de su nueva casa. Antonio Mohamed obsequia sus primeros autógrafos antes de ser presentado como director técnico del América.

El Turco sonríe, mientras el presidente deportivo, Ricardo Peláez -quien conduce la camioneta en la que viajan- le apresura. Son unos cuantos segundos, suficientes para dimensionar el club al que llega.
Se trata del décimo en su carrera, pero el argentino sabe que no existe comparación con los anteriores. Le ha contratado el actual subcampeón, vigente monarca hasta hace unos días, ese que proyectó a su antecesor (Miguel Herrera) a la Selección Mexicana.

“Como cuerpo técnico, es el reto más importante que tenemos. Nos hemos preparado mucho tiempo para una oportunidad como ésta”, asegura, mientras sus ojos desprenden un especial fulgor. “Creemos que estamos listos, nos encontramos muy preparados”.

“Venimos a sumar, somos un cuerpo técnico que conoce mucho México y no vamos a dejar pasar esta oportunidad, estamos muy ilusionados”, agrega.

Por lo que la premisa es continuidad al trabajo del Piojo. Más allá de que anhela darles a las Águilas su propio sello, Mohamed está consciente de que sería un error realizar cambios profundos.

Su vínculo es por un año, pero sueña quedarse mucho tiempo más y alimentar la nutrida vitrina azulcrema, así es que promete un América muy similar al que gobernó el futbol mexicano durante buena parte de 2013. Quiere triunfar… Y seducir.

“Las formas siempre importan, en cualquier ámbito de la vida. [Busco] un equipo correcto, disciplinado, que busque ganar, con una idea, lo cual tiene, así es que intentaremos darle algunas cositas que uno quiere agregar”, adelanta. “Cuando te compras un carro y funciona perfecto, si quieres cambiarle los rines por unos diferentes, después te ves como un naco”.

“Si la cosa va bien de una manera, listo, no vas a ponerle un traje rojo. Tranquilo, acompáñala. Le quieres cambiar la pelota parada… Modificar pequeñas cosas”.

No lo esencial, porque fue elegido para ocupar una silla que Herrera dejó bastante caliente con sus logros (una Liga y un subcampeonato).

Ya con la chamarra amarilla puesta y la camiseta de su nuevo equipo en la mano derecha, el Turco reconoce lo complicada que es la misión de mantener a un plantel en lo más alto. Incluso, confiesa que es menos difícil si se llega en rol de mesías futbolístico. Ahora, es el heredero de una gloria que debe prolongar.

“Cuando me tocó llegar a Tijuana, era todo para ganar; acá tengo todo para perder, está clarísimo”, sentencia. “Por eso, estoy preparado para las comparaciones, saber cuántos puntos voy a hacer… No hay problema. No voy a defraudar a toda la gente que ha confiado en mí y a los americanistas”.

Esos que le demuestran su fe antes de asumir oficialmente como director técnico del equipo que polariza opiniones, el que nunca pasa desapercibido.

Pese a que la mayor parte de sus equipos juegan con cuatro defensas, comparte que empleará a cinco, tal como lo hacía El Piojo. Seguirá la línea recorrida por las Águilas durante los dos más recientes años. Sólo pide paciencia antes de comparársele con el actual director técnico tricolor.

“Trabajo con una filosofía de vida muy tranquila. Hago las cuentas al final”, advierte. “Cuando las realicemos, entonces comparen. Lo único que me queda es trabajar, demostrar y, cuando lleve un trabajo de tres años, digan éste logró esto, aquél aquello… Y así será”.

“No me distrae ni quita energías pensar en eso; al contrario, me hará redoblar esfuerzos para tratar de mejorar lo que hizo Miguel. Es un gran reto y ojalá que lo podamos lograr”.

La misión está en turco.