Fue una reacción cargada de incredulidad y delirio… Al cuadrado. Gustavo Matosas no fue el único que se tomó la cabeza mientras Carlos Peña festejaba la demencial anotación (51’) que oficializó el boleto del León a su segunda final consecutiva. A unos metros, Miguel Herrera hizo lo mismo.

A ambos les ilusiona tener a un futbolista como El Gullit, capaz de cambiar el rumbo de los partidos con inteligencia, arrojo y calidad.

La multitud aún reclamaba el claro penalti de Juan Ignacio González sobre Carlos Esquivel, cuando el seleccionado mexicano fulminó el drama. Alfredo Talavera fue simple espectador, al igual que Matosas y El Piojo, quienes rindieron involuntaria pleitesía al genio de los Panzas Verdes, ese que sueña con brillar en la XX Copa del Mundo.

Gol digno de museo, suficiente para aniquilar la racha de 15 partidos sin caer, que el Toluca acumulaba en su “infierno” (11 victorias y cuatro empates). No era doblegado desde el 8 de septiembre, cuando el Cruz Azul le superó. Mas el revés de ayer (0-1, 0-2 global) fue catastrófico… Y lleno de dulzura para una Fiera que continúa empecinada en demostrar que es el genuino rey de la selva futbolística mexicana.

Primera vez en su historia que llega a dos finales consecutivas. Ante su “hermano mayor”, el Pachuca, tratará de emular a los Pumas, hasta ahora, únicos bicampeones en las historia de los certámenes a una vuelta (Clausura y Apertura 2004).

El monarca sigue vivo gracias a ese ADN futbolístico que presume desde su regreso a la Primera División, hace un par de años: no importa la cancha en la que juegue, nunca renuncia al ataque.

Y para muestra, la “perla” de uno de sus recuperadores, ese chico que en ocasiones hace honor a su sobrenombre. Le dicen Gullit, por su larga y ensortijada cabellera, pero ayer obsequió un gesto digno de Ruud, aquel fino volante holandés que hizo época en el Milán, hace ya poco más de 20 años.

Experimentaba un descenso en su nivel de juego, pero el director técnico de los Panzas Verdes jamás perdió la fe en él.

“La gente tiene que entender, incluso los mismos entrenadores, que los jugadores pasan buenos y malos momentos. El Gullit Peña lleva dos años y tres meses excelentes”, presumió el técnico charrúa. “No pasa algo si tiene un bajón. Mientras no deje de entrenar, luchar…”, sentencia.

“A veces te pasa que fallas pases muy cercanos o no estás en tu mejor momento, porque también son seres humanos. Hay que respaldarlos y él cuenta con todo mi apoyo, porque nos ha dado muchísimas alegrías”.

Pocas como la vivida sobre el lienzo verde del estadio Nemesio Díez. Justo cuando la resistencia esmeralda lucía frágil ante el asedio de los Diablos Rojos, Peña esparció el luto por el inmueble con su mágica definición, ante la sorpresa del Piojo Herrera, quien confirmó que no se equivocó al considerarlo en la nómina mundialista para Brasil.

“Qué bueno que hoy [ayer] hizo el gol, porque le vino bien, al igual que saliera la convocatoria”, confesó Matosas. “Estaba preocupado por ese tema, así es que le vino fantástico saber que será tomado en cuenta… La verdad es que lo tranquilizó muchísimo”.

Al grado de devolverle la sangre fría que le caracteriza a la hora cero. Talavera, quien será su compañero en Brasil 2014, simplemente resopló cuando el esférico besó las redes mexiquenses. Su plasticidad no le alcanzó, ni siquiera la mostró. Sabía que se trataba de una causa perdida.

Sentimiento que el resto de los escarlatas experimentó durante la media hora final, esa en la que ya no hubo berrinches, desplantes o regaños de José Cardozo. El furibundo estratega toluqueño también dio la batalla por perdida, pese a que Matosas se resistía a sentirse ganador antes de escuchar el silbatazo final de Roberto García.

Miguel Herrera se fue de La Bombonera, cuando faltaban 10 minutos por jugarse. No necesitaba ver más. Uno de sus 23 elegidos respaldó la decisión con un tanto de colección.

La Fiera ingresó a la Liguilla del Clausura 2014 por la puerta de atrás, con el último aliento, pero se reinventó dentro de su hábitat. Líder y sublíder han muerto en sus fauces. Sigue el Pachuca, su supuesto “hermano mayor”.

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