Hay casi 7 mil kilómetros de distancia entre México y Brasil, pero los dirigidos por Luis Fernando Tena ven mucho más lejana esa tierra prometida. Sus ojos asoman dolor.

Con sólo tres juegos por disputar en el hexagonal final de la Concacaf, el Tricolor se ubica en el cuarto sitio de la tabla, a dos unidades de Honduras, combinado que le arrebató el tercer lugar —en el mismísimo Estadio Azteca— hace tres días. Las gargantas se anudan al reconocer que clasificar al máximo evento futbolístico del planeta empieza a convertirse en mera utopía.

“Lo vemos muy lejos, pero todavía tenemos esperanza”, atina a decir Oribe Peralta. “Hay que ganar los partidos, porque se puede hacer… Existe calidad suficiente para conseguirlo”.

El problema es que las cuentas no salen. Requieren cosechar nueve unidades en 270 minutos. Durante los 630 previos, lograron sumar ocho.

Panorama que se oscurece más con la inesperada estadística de no llevarse alguno de los cuatro duelos que han sostenido en el Coloso de Santa Úrsula (tres empates y una derrota).

“Somos realistas y sabemos que estamos a punto de quedar fuera del Mundial”, reconoce Andrés Guardado. “No rehuimos a esa situación, la cual es que nos hemos complicado muchísimo el pase, pero matemáticamente seguimos peleando para clasificar directo y lo vamos a buscar hasta el final”.

No puede ser de otra forma. Quedarse al margen de Brasil 2014 provocaría daños colaterales incalculables… Además de que quedarían marcados como la generación que rompió una cadena de cinco presencias de la Selección Mexicana en forma consecutiva.

“Un Mundial no es cualquier cosa”, subraya Javier Hernández, con la voz entrecortada. “Ese es el sentimiento: desesperado, frustrado, porque uno siempre quiere ayudar al equipo”.

Deseo no cumplido en la etapa más importante de un proceso que se ha cortado, lamentable costumbre del balompié nacional.

El cese de José Manuel de la Torre dejó a Ricardo Antonio La Volpe como el único estratega que cumplió el cuatrienio para el que fue contratado (2002-2006) durante la época contemporánea del Tricolor. La anemia ofensiva lo tiene en agonía. Apenas cuatro goles marcados en siete cotejos: dos del Chicharito, uno de Aldo de Nigris y otro de Cepillo. Sólo uno conseguido en la morada mexicana.

“Tenemos lo que merecemos, porque no hemos podido hacer pesar el Azteca”, sentencia El Principito. “Hay que buscar los nueve puntos —que restan en el hexagonal final— como sea”.

“Estamos muy mal, pero hay que ver para adelante”, agrega Hernández. “El sabor es bastante amargo. La actitud se pone, el trabajo día a día. Ya no es momento de hablar…”.

Les ha quedado claro que no bastan los discursos cargados de emoción, no cuando el camino se vuelve interminable, confuso. De nada servirán sus blasones si fracasan en un objetivo que toma tintes de hazaña.

“Estamos a un paso de eso, de quedar fuera del Mundial”, repite Guardado, frustrado. “Somos conscientes de eso y sabemos que, ahora sí, no tenemos margen de error. Hay que ganar los nueve puntos que quedan y esperar que podamos clasificar directo”.

Dilema por el que ven a Brasil muy lejos… Incluso más que los casi 7 mil kilómetros que le separan de México.