La afición mexicana y los jugadores del Tricolor vivieron un final de Fase de Grupos lleno de sentimientos encontrados, delirante y entre llantos que contrastaron con una afición que de todos modos tuvo para un festejo eufórico, a pesar de la derrota por 3-0 contra Suecia.

Vapuleada, la Selección Mexicana terminó el juego sin saber realmente qué ocurría. Era el minuto 86 en Ekaterimburgo cuando la Arena explotó con gritos de gol por lo que ocurría en Kazán. Poco antes, ya se había escuchado el “¡Corea, Corea!” porque en el juego del Tri ya no había mucho que hacer.

Sin embargo, la euforia disminuyó en esos instantes porque el VAR revisaba por el partido a mil kilómetros de distancia, y fue hasta que el público de manera inmediata se enteró de la ratificación del 1-0 coreano cuando el júbilo se extendió.

Sin embargo, los jugadores aztecas no pudieron celebrar la clasificación tras el silbatazo final. Edson Álvarez lloraba en el centro del campo y poco más tarde era el entrenador de porteros, Mario Marín, quien dejaba la cancha abrazando a Jesús Corona, también muy triste.

Eran también los momentos en los que Rafael Márquez preguntaba hacia la grada si ya había terminado el Corea-Alemania, y cuando un cabizbajo Juan Carlos Osorio solo deambulaba esperando la entrevista de FIFA para poder irse al vestidor.

Animados por Chicharito, los jugadores mexicanos hicieron un círculo en el centro de la cancha para que todos levantaran la cabeza. Había sido un partido lleno de tensión, en los que no faltaron los vasos de cerveza a la cancha, como cuando el árbitro marcó el penal por una polémica falta de Héctor Moreno.

En las gradas también hubo rencillas, pero al final júbilo en la tribuna, llanto en la cancha y una clasificación irónica y llena de contrastes