Aguascalientes, Ags.-

Desde temprana hora se respiraba futbol en el Estadio Victoria de Aguascalientes, no eran ni las 6 de la tarde y caminabas a los alrededores encontrando todos los sonidos que solo el futbol te puede dar, venta de playeras, puestos de comida, concursos, hidratación previa al partido preparaban lo que sería la fiesta del Ascenso MX.

Una banda tocaba, las edecanes se tomaban fotos y todo era color rojo y blanco, o para algunos más modernos negro y rojo, los colores del nuevo Necaxa, el del circuito de plata, el que tiene su lugar en la historia de Primera División pero que desde su salida de casa ha sido un rebelde tratando de volver.

A la fiesta estaba invitado el “Gran Pez”, los nuevos “ricos”, los que presumen su amistad con Guardiola, son manejados por dueños de Casino y los que invirtieron en un equipo de Primera División para jugar el ascenso. El partido entre los campeones del Apertura y Clausura tendría un escenario lujoso para culminar la obra del año.

El protocolo daba inicio, la copa del ascenso estaba lista para ser disputada con un mosaico blanco y rojo que preparaba el arranque de la batalla, no sin antes agregar un ingrediente más, una lluvia que hacía que de último momento varios cambiaran sus zapatos de gala para el juego.

El partido inicio con la primera clara para Necaxa, Roger Rojas tuvo la oportunidad de abrir el marcador ante Alfredo Frausto, pero no la metió ante el asombro de todos, solo fue un susto.

El partido no era lo esperado, mucha táctica y pocas llegadas, finalizaba el primer tiempo.

Para la parte complementaria los Rayos se acercaron al gol nuevamente, gran jugada de Carlos Hurtado que por derecha deshizo a un defensa y sirvió para José Joaquín Martínez que mandó un servicio que estuvo a punto de ser empujado al fondo de la red.

El defensa Carlos Ramos se lanzaba desde la tercera cuerda para salvar una llegada, lo que le valió salir lesionado con un tirón, el cambio no fue hombre por hombre, Necaxa buscaba tomar la media cancha e ir por todo en el juego.

La afición lo sentía cerca, al unísono de “vamos a volver”, “vamos a volver”  impulsaban a los Rayos, cosa rara, cuando más apretaron cayó el primer balde de agua fría.

Después de un juego discreto a la ofensiva pero brillante a la zaga, para definir el ascenso. Primero, Raúl Enríquez concretó con un cabezazo a centro de Vinicio Angulo, era el 77’.

Los aproximadamente 300 aficionados que hicieron el viaje enloquecían, los hidrocálidos callaban mientras se miraban incrédulos los unos a los otros, la directiva de Dorados en el palco se enfrascaba en dimes y diretes con los aficionados, quienes respondieron lanzando vasos y objetos a su nada humilde festejo.

La lluvia que por momentos se había quitado regresó tranquila, cuatro minutos más tarde y Enríquez marcaba el segundo que parecía acababa con los Rayos, súbitamente empezaba una tormenta, un gran diluvio, como si fuera hecho para que el “Gran Pez” nadara a Primera División.

El trato del balón impedía cualquier cosa a Necaxa, como si se tratará de un castigo, su afición triste se retiraba poco a poco del inmueble.

Dorados estaba a nada de ser de Primera, el agua no permitiría que el balón viajara peligroso a la meta de Alfredo Frausto.

El cuarto árbitro marcaba 4 minutos y como si fuera obra divina la tormenta bajo, una última oportunidad se presentó a los Rayos, con una chilena en el centro del área chica podría dar la esperanza de intentar hacer algo más… no sucedió, los minutos se acabaron y el “Gran Pez” nadó a Primera División.

Dorados celebró en cancha ajena y Necaxa tendrá que esperar otro año más…