Fue del América y le quitó un campeonato a Cruz Azul; pero se volvió azul y le dio la más reciente estrella que ostenta en su escudo La Máquina. Es Carlos Hermosillo, el máximo goleador en la historia de los Cementeros, leyenda viviente del futbol mexicano, quien asegura: “Háganle como quieran, pero hoy, el campeón será Cruz Azul”.

Hermosillo es recordado por haber sido verdugo celeste en aquella final de la campaña 1988-89; pero lo es más por el Invierno 1997, cuando con el rostro ensangrentado y una costilla rota le devolvió el título a La Máquina, al cobrar ese penalti en tiempo extra contra León. El ahora comentarista de Fox Sports, revive los viejos-buenos tiempos.

—Esta final reúne a los dos grandes amores que tuviste en México

—Jugué cinco años y medio en el América, el último campeonato que gano con ellos es contra Cruz Azul, pero desde chavo soy azul a muerte. El título con América fue hace 24 años, pero hace 15 años logramos el campeonato con Cruz Azul, contra León. Me da mucha alegría esta final porque vamos a ver un Azteca repleto. Esta final le viene muy bien al futbol de México. Además a la gente como yo nos revive, porque aunque estoy en una institución como Fox y estoy vigente, la gente se acuerda de lo que hice.

—¿En Cruz Azul te rechazaron por tener las piernas flaquitas?

—Miguel Marín decía que tenía las piernas flaquitas, que no servía. Creo que no me vio jugar porque los torneos que estuve en reservas, en todos hice goles. No culpo a Marín, muchas instituciones no se dieron cuenta por falta de sensibilidad. Inicié en el futbol siendo portero por Marín, fue mi ídolo. Pero también me probé con América, con Pumas y tampoco me aceptaron.

—Mas a final de cuentas te hiciste del América. ¿Fue cosa del destino?

—Llego al América por la selección amateur. Hice 60 goles y me buscaron de Oaxtepec, León y poco del América. A Oaxtepec le dije no; en León estaba Cabinho y dije ‘puedo aprender, pero no voy a jugar’, en América jugaba Echaniz y dije: ahí.

—Llegó esa final de la 88-89, que marcaría tu despedida de México.

—Sabía qué esperar. Quedamos 3-2 en el primer juego [hizo un gol] y en el segundo 2-2, e hice el del título. Hoy va a ser diferente.

—¿Los ves igual que en el 97?

—No tengo ninguna duda que las cosas van a salir bien. Sí, tenemos un gran equipo enfrente, todos hablan de que en el primer juego América nos dio un baile, pero ganamos 1-0. La única de peligro fue la gran atajada de Corona, las demás fueron a sus manos. Cruz Azul tuvo dos clarísimas, las del Chuleta, pero se apresuró.

—¿Lo hueles igual que en el 97?

—No fue sólo el día de esa final, sino toda la Liguilla. Me rompen las costillas en el primer juego y recuerdo que le pregunté al doctor: ¿las costillas se operan, no? Me dijo sí y pedí: opérame. Era el primer juego y con una faja todo se arreglaría, pero no tan rápido. Sabía que íbamos a estar en la final.

—¿Es mejor Cruz Azul que América?

—Es mejor hombre por hombre. Sólo ve por la derecha, está Pablo Barrera y ellos a quién tienen, a… ¿Layún? No hay comparación. Nada más que Barrera debe mostrarse más, se escondió en la ida. Me gusta el liderazgo de Chaco, de Torrado, de Corona, Perea. Me gusta Teófilo, aunque nos debe un juego. Cruz Azul es superior, aunque sea por poco.

—¿No falta el 27? ¿El goleador?

—Ahí estuvo y tuvo la oportunidad. Pavone también ahí está, pero no al 100. Chuleta, me dice mi hijo, siempre pide oportunidad y a la hora de la verdad no aparece. En el área el ritmo es diferente al del resto del campo. Cuando entras al área respiras y… defines.

—¿Con quién te quedas, con Miguel Herrera o Memo Vázquez?

—Me gusta mucho El Piojo porque siente el juego, contagia desde la banca. No me gusta la imagen de Memo, por cómo lo vive. Ojo, no cualquiera es campeón y Memo ya lo fue. Durante mucho tiempo está sentado, sin pararse, o pensando. No puede existir tanta pasividad, pero me parecen extraordinarios los dos.

—¿En verdad no hay nada de cariño al América, por tus inicios?

—Me dicen que soy muy ingrato, que muerdo la mano que me dio de comer. Pero quien me dio de comer fue mi padre, América sólo me contrató, yo les di y ellos me dieron. Mi esencia desde chavo es azul. Darle el campeonato al club en el que soñé estar desde chavo fue maravilloso. Quiero mucho a los Álvarez, Billy es un ser maravilloso.

—Le quitaste un título a Cruz Azul.

—Sí, pero también se lo regresé, y le di campeonatos de goleo y mucha disposición. Tengo la camiseta tatuada.

—¿A 24 años de distancia de aquella final con América, y a quince de aquella final contra León, Carlos Hermosillo tiene claro cuál es la que recuerda con más alegría?

—La sangre de esa tarde en León aún está fresca. Hay una cicatriz en mi rostro que me recuerda cada mañana aquel título, un título que este día va a volver a ser azul.