A los 43 años de edad, con 84 kilogramos de peso, pero con infinidad de hazañas sobre los hombros, Cuauhtémoc Blanco volverá al Estadio Azteca, templo absoluto del americanismo y recinto que le viera coronarse como Campeón en 2005.

Nació en el barrio de Tlatilco en 1973, pero a temprana edad se mudó a Tepito, donde es venerado como un ídolo y admirado por los miles de jóvenes que sueñan con emular su atrevimiento desde el llano hasta el verde césped de Coapa.

Escribió las primeras letras de su leyenda en el invierno de 1992; León fue su primer sinodal y el Nou Camp el primer inmueble del máximo circuito en el que habría de derrochar la picardía que hoy le mantiene en la memoria colectiva de una afición que nunca olvida.
El próximo 5 de marzo saltará al empastado con el 100 en la espalda, pero la vida entera será recordado como el último ’10’ mexicano, del Barrio Bravo a Santa Úrsula, y de ahí a Francia, Corea del Sur y Sudáfrica, países de costumbres radicalmente opuestas, pero donde brilló con la naturalidad de siempre.

Cuauhtémoc lleva al América en la sangre; fue hecho a la medida para encajar en una camiseta que representa todo lo que Blanco lleva en el ADN: Arrojo, valentía y hasta ese sazón de barrio que muchas veces rayó en la prepotencia, esa misma que pregona el ‘Ódiame Más’ como una oda al egocentrismo.

El Cuau nunca se sintió el centro del universo, pero sabía bien que dentro de la cancha nadie mandaba tanto como él. Bastaba verlo con el balón en los pies para creer en la magia, pero no una hollywoodense, más bien en la hechicería mexicana que fue capaz de perforar las redes rivales hasta en 152 ocasiones.
El hoy alcalde de Cuernavaca volverá a calzarse los zapatos para disputar su partido 334 con América, del que también es el octavo futbolista con más partidos disputados, además del segundo goleador histórico y uno de los hombres más amados por la afición emplumada.

Han transcurrido 23 años desde su debut como profesional; ya no es el mismo joven de 19 que recortaba rivales al por mayor y que controlaba el esférico con la espalda, más específicamente con esa joroba que nos hacía recordar que los grandes ídolos también tenían algo de humanos.

Una y otra vez ha sido despedido de la Selección Mexicana, pero su ‘último adios’ es también el primer guiño de una nueva era para las Águilas, aquella que arrancará el próximo 12 de octubre cuando América cumpla 100 años de esa gloria que rebautizó a Cuauhtémoc Blanco como un héroe popular.