Dirigir por segunda ocasión al América no ha sido fácil para el estratega Ricardo La Volpe, ya que ha tenido que ‘reprimir’ algunas de sus posturas que lo habían caracterizado durante su trayectoria como entrenador, situación que hoy no lo hace sentir pleno en Coapa.

El timonel dejó de ser aquel que ponía sus propias reglas, que su voz era acatada sin intervenciones; ello se reflejaba cuando podía elegir a los jugadores que conformaban la plantilla en los clubes que dirigió.

Sin embargo, en Coapa existe un comité que se encarga de las altas y bajas, a través de una metodología que los respalda con títulos en los últimos cinco años, por lo que La Volpe se ha tenido que adaptar a esas reglas, donde sus peticiones son sólo una más en la baraja de opciones.

Al llegar en septiembre del año pasado, La Volpe no escondió su agrado por el ‘trabajo místico’, aunado al futbolístico; así siempre ha sido, apoyado de personas expertas en las técnicas esotéricas o psicológicas; en la alta plana americanista existe un respeto a las creencias individuales, fe y cábalas de todos, pero se niegan a que estas prácticas sean compartidas dentro del seno del equipo.

Esto ha traído el descontento de Ricardo, aunado a que su directiva lo ha limitado hasta en el uso de su corbata, pues le impusieron en su contrato utilizar una amarilla.

“Está así porque no lo dejan meter a sus ‘brujas’ a Coapa. Exigió esas cosas de las que cree mucho y no pudo”, aseveró una de las fuentes consultadas allegada al conjunto azulcrema.

Incluso, en la presentación de La Volpe como técnico del América, el presidente deportivo del club, Ricardo Peláez, declaró que para reforzar la parte mental existía un grupo de psicólogos, después de que el Bigotón expresara que de ser necesaria la ayuda mental o emocional, se lo haría saber a la directiva.