La presencia de Maria Sharapova en el torneo de Stuttgart marcará el regreso de la rusa al tenis profesional, después de 15 meses de estar apartada de las pistas, tras dar positivo en una prueba dopaje.

En esa jornada, reservada para las principales cabezas de serie del torneo, la siberiana se medirá contra la italiana Roberta Vinci, después de que el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) rebajara de dos años a quince meses su suspensión.

Su premisa es reivindicar su nombre después de las críticas de varias compañeras del circuito que entienden que una vez cumplido su castigo no debería tener mayores privilegios, y luchar si hiciera falta en las fases previas de los torneos, algo que no cumplirá ni en Stuttgart, Madrid ni en Roma, eventos en los que su tirón mediático e influencia de los patrocinadores han pesado lo suficiente para hacerle un sitio como fuera, directamente en el cuadro principal.

Roland Garros se mantiene mientras a la expectativa, ya que será hasta el 15 de mayo que se anuncie si la rusa podrá disputar dicho torneo.

Bernard Giudicelli, nuevo presidente de la Federación Francesa de Tenis, expresó a principios de marzo su poca disposición para favorecer a Sharapova. “No podemos invertir un millón y medio de euros en la lucha contra el dopaje y luego invitar a una jugadora sancionada por el consumo de un producto prohibido”, dijo Giudicelli a L’Equipe.

Estas palabras coinciden con las del británico Andy Murray, número uno del mundo: “Tienen que ganarse el puesto con trabajo”, señaló. Otros tenistas que se han mostrado su desacuerdo son : Agniezska Radwanka, Caroline Wozniacki y Jo-Wilfried Tsonga y Dominika Cibulkova.