El mercado de fichajes en el futbol europeo es, sin duda, todo un espectáculo. Múltiples especulaciones rondan el ambiente durante varias semanas, futbolistas deshojan la margarita, otros se niegan a marcharse y unos más, por el contrario, presionan para que los vendan.

Las imágenes de Asier Illarramendi llorando en su despedida de la Real Sociedad antes de partir al Real Madrid, o la de Neymar y su profunda tristeza al abandonar al Santos de Brasil para fichar con el Barcelona, contrastan en gran medida con la de otros jugadores que han presionado por salir.

“Me ha costado tomar esta decisión pero creo que es buena. La Real me lo ha dado todo”, dijo Illarramendi, quien no pudo contener el llanto al decir adiós a los donostiarras. “Siento estos colores, pero me ha llegado esta oportunidad y creo que es única”.

Misma actitud se pudo ver con Neymar, quien dudó muchos meses antes de fichar con el FC Barcelona, pues en varias ocasiones había declarado que estaba a gusto con el Santos de su país y no le urgía irse a Europa. “Me voy… pero volveré”, escribió el astro brasileño en el vestidor de su ahora ex equipo.

En contraste, futbolistas como el uruguayo Luis Suárez, el inglés Wayne Rooney y el galés Gareth Bale han presionado a sus respectivos equipos para ser vendidos a otro club.

Suárez ‘coqueteó’ con el Real Madrid en busca de que Liverpool lo dejara marchar, al argumentar que tenía muchas desavenencias con la prensa inglesa. Hasta el momento, los ‘Reds’ han podido retenerlo, por lo que los merengues desistieron, aunque el Arsenal se unió a la lucha.

Bale hace que en Tottenham se recuerde el caso de Luka Modric, quien ante el interés del Real Madrid comenzó a presionar, ausentándose de entrenamientos, con actitudes negativas y manifestando su deseo de marcharse. Su fichaje con los merengues parece inminente, pero será una operación muy cara que, especulan, superará los 100 millones de euros.

Rooney ya no quiere a los ‘Red Devils’. El inglés, desde la llegada de David Moyes, manifestó su deseo de marcharse y ha presionado en los últimos días para que lo dejen salir, ante la oferta que el Chelsea ha puesto sobre la mesa. El delantero no viajó a Estocolmo con el Manchester United para enfrentar al AIK argumentando una nueva lesión, la segunda en unas pocas semanas.