Más allá del glamour que representa el Gran Premio de Mónaco, un detalle que no puede ser evadido cuando alguien se refiere a una de las carreras más importantes de la Fórmula Uno, es a la gloria que conquistó en su pista el legendario y fallecido hace 20 años: Ayrton Senna da Silva.

Con seis triunfos, cinco de ellos consecutivos, el piloto brasileño continúa como el máximo ganador en la carrera del principado, seguido por cinco del británico Graham Hill y el alemán Michael Schumacher. Su habilidad en el volante y competitividad lo llevaron a alcanzar altos vuelos en el circuito callejero.

EL SURGIMIENTO DE UN ÍDOLO

Aún con la escudería Lotus y en un auto por el que muy pocos apostaban, 1987 representó la plataforma de lanzamiento para la carrera de Senna, ya pintaba para ser uno de los mejores de la historia y lo demostró al imponerse en Mónaco en una dura competencia con su compatriota Nelson Piquet que corría para Williams, y para los Ferrari que eran conducidos por Michele Alboreto y Gerhard Berger.

DOMINIO Y RIVALIDAD

Después de que en 1988 las cosas no se le dieron, un año después Senna parecía decidido a apoderarse de la primera posición en el más glamouroso de los Grandes Premios de manera vitalicia. Con el triunfo en Mónaco de 1989 comenzaba, además de un romance con el principado, una de las rivalidades más encarnizadas en la historia de la F1 con el francés Alain Prost.

CAMPEONATO INMINENTE

La escudería Tyrrell-Ford, con Jean Alesi como piloto, presumía tener autos con gran despliegue tecnológico, pero eso no le importó a Senna, quien otra vez en Mónaco, se alzaba con el triunfo y se enfilaba a una gran temporada en 1990. McLaren era literalmente invencible.

TRICAMPEONATO ANTICIPADO

El Gran Premio de Mónaco de 1991 es recordado por haber confirmado la supremacía de Senna. El brasileño dominó de principio a fin, consiguió la Pole Position y en la carrera se adjudicó la bandera a cuadros. Lo más importante fue el hecho de haber tomado una gran ventaja hacia el campeonato con apenas tres carreras disputadas.

EL HOMBRE CONTRA LA MÁQUINA

El auto de Williams, conducido por Nigell Mansell lucía como una máquina perfecta, parecía que era invencible y estaban listos para demostrarlo. La Pole había sido de Mansell, pero Ayrton Senna dio una carrera memorable y remontó. Los cánones marcan que en Mónaco es muy complicado rebasar, pero eso a Senna no le importó y subió al podio en la más alta posición.

PARECÍA INVENCIBLE

En su última temporada con McLaren, Senna dominaba en cuanta carrera competía y como si fuera una repetición de 1992, se enfrentó con todo ante los Williams y Ferrari. El auto del brasileño estaba lejos de representar una amenaza a todo el despliegue tecnológico y, sin embargo, Ayrton se coronó nuevamente y por última vez en su circuito favorito.