El número dos, irreconocible por momentos, se rinde ante el recital del italiano: 6-4 y 6-2, en 1h 36m. El italiano disputará su primera final de un M-1000 contra Lajovic, ganador frente a Medvedev (7-5 y 6-1)

Asistió Montecarlo a una circunstancia extraña y anómala, a una tarde rarísima en el tenis.

El ronroneo de un avión que sobrevuela Montecarlo coincide con la frustración de Rafael Nadal, rendido y derrotado (6-4 y 6-2, en 1h 36m) en las semifinales del Principado, uno de sus dominios predilectos. Sorprende la derrota, pero todavía más el cómo, la forma.

La tarde describe a vencedor en éxtasis y desatado, Fabio Fognini, y a un rey de la tierra irreconocible y decaído. No hay rastro de Nadal, del Nadal de toda la vida.

Esta vez, noticia en toda regla: no hay épica ni revuelta, ni atisbo alguno de contestación. El campeón de la mente granítica baja los brazos y se entrega al festival del italiano, desatado e incontenible hasta que cierra una victoria perfecta.