BARCELONA — Único e irrepetible, la exhibición que Messi obsequió al Barcelona en el Sánchez Pizjuán provocó que los elogios se repitieran, multiplicados, al hablar de la Pulga.

“Disfrutemos de él”, se resumió en un debate de televisión al poner acento en que el liderazgo, absoluto, de Leo ensombrezca al colectivo, entregado como parece a la figura monumental de su estrella. Es un debate encendido pero que pierde contundencia alrededor del campeón, donde se admite sin disimulo ni pesar una realidad incuestionable.

“Lo recordaremos como la década de Messi. Desde Rijkaard y hasta Luis Enrique, Leo es el personaje principal de este Barcelona y de esta época”, convino Miguel Rico, adjunto a la dirección de Mundo Deportivo y para quien el ascendente del crack argentino es tan incuestionable como “gigantesco”.

“¿Qué será de nosotros cuando no esté Messi?”, se preguntó el director del diario Sport Ernest Folch, rendido a un 10 de quien se espera “otro prodigio a su catálogo divino” que parece no tener fin. “Los milagros messianos son cada vez más sofisticados”, sentenció el director de Sport.

En el diario El País, Ramón Besa, probablemente el cronista más aclamado en el entorno azulgrana, escribió una sentencia que podría resumirlo todo. “No hay jugador en el mundo que tenga un efecto tan categórico sobre un partido, sobre un contrario y sobre el propio equipo que Messi”. Leo fue en Sevilla, para el periodista, “The Best y también el Balón de Oro, un jugador universal y único”.

Tres opiniones, tres sentencias, que dejan al descubierto la realidad que se entiende alrededor de un Barça puesto ya sin disimulo a la orden de su jugador franquicia. Messi ya es al futbol lo que Michael Jordan fue al baloncesto, Muhammad Ali al boxeo o Wayne Gretzky al hockey sobre hielo. Un personaje que sobrepasa la discusión para encumbrarse como el número uno.

Y Barcelona, claro, asiste rendida a sus exhibiciones. Desde el ‘San Messi’ con que abrió Sport hasta el ‘Arrebato Messi’ de Mundo Deportivo, los elogios no se agotan, sino que se multiplican para explicar la última proeza de un jugador que “resucitó a un Barça que estaba contra las cuerdas”.

Es un discurso que se repite de manera continuada y que acompaña a la mayor parte de los partidos del equipo de Luis Enrique y que explica la necesidad que siente el club por acelerar su continuidad más allá de 2018, cuando acaba su contrato.

“Su capacidad para interpretar los partidos es elogiable y no creo que nadie en el mundo se le pueda parecer”, resumió en Sevilla el entrenador azulgrana, quien poniendo en el plano la excelente reacción de todo el equipo no pudo por menos que calificar como “espectacular” la actuación de Messi.

500 goles en 592 partidos con el club le contemplan desde el día que alumbró por primera vez en Oporto, un 16 de noviembre de 2003 y bajo la dirección de Frank Rijkaard en un amistoso a partir del cual comenzó a escribir un libro que sigue llenando páginas.

“No solo se ha reinventado, sino que es incluso mejor que antes porque domina todos los registros”, convino Josep María Bartomeu, presidente y portavoz en este sentido de todo el barcelonismo, que día a día aumenta su fervor por la Pulga.

Y es que, más allá del Balón de Oro, más allá de The Best y de todas las discusiones que se quieran llevar al plano con Cristiano Ronaldo en el escenario, los recitales de Leo Messi le convierten en único. Único e irrepetible.