Como suele suceder en el futbol, se cortó el hilo por lo más delgado y el argentino Claudio Borghi fue despedido del banquillo de la selección de Chile tras la dura caída sufrida hoy por la Roja ante Serbia por 3-1 en Saint Gallen, Suiza.

Con la de hoy, Borghi encarriló la quinta derrota consecutiva de la Roja, luego de haber liderado parcialmente la eliminatoria sudamericana rumbo a Brasil 2014, tras sendas victorias ante Perú, Paraguay, Bolivia y Venezuela.

Con el registro igualó el peor récord negativo de la Roja, conseguido en las eliminatorias de 2002 por Pedro García, por lo que en aquella ocasión la Roja terminó, por primera vez, última de todo el subcontinente.

Más preocupado de su finiquito laboral que de lo que mostró el equipo en la cancha ante Serbia, Borghi aclaró en conferencia de prensa tras el duelo que “esto no fue una renuncia. Fui despedido”.

“Los dirigentes de la ANPF (Asociación Nacional de Fútbol Profesional) me han pedido un paso al costado y he preferido dejar en libertad de acción al presidente, porque después de los últimos partidos que hemos tenido, el balance no puede ser bueno. Y lo hago porque hay tiempo suficiente para que otra persona trabaje en mi lugar”, declaró Borghi en Saint Gallen, para posteriormente no contestar nuevamente preguntas.

Lo cierto es que desde el amistoso en que Chile cayó 3-0 ante Ecuador en Nueva Jersey (agosto), siendo vapuleado futbolísticamente ya que pudo ser goleado por un marcador mucho más abultado, quedó la sensación que la generación dorada de futbolistas chilenos que actúan en los mejores clubes de Europa, llegaban a la selección a pasar sus días libres, sin ninguna orientación al trabajo y sacrificio, simplemente caminando la cancha.

El drama se repitió ante Colombia en Santiago (1-3); el propio Ecuador en Quito (1-3) y ante Argentina en Santiago (1-2), este último quizás el único partido en que Chile mostró algo de hombría en la derrota y sólo falló en la puntada final, para darle una válvula de oxigeno al enfermo terminal.

Lo paradójico es que nunca antes Chile tuvo una generación de tal magnitud militando en clubes europeos. Alexis Sánchez, por ejemplo, se destaca en Barcelona al lado de Leo Messi; Arturo Vidal es el alma de Juventus (y cada vez que juega por Chile lo expulsan, como este miércoles); Mauricio Isla también juega en Juventus; Gary Medel es pieza fundamental del Sevilla; Matías Ferández juega en Fiorentina; Claudio Bravo en Real Sociedad; Eduardo Vargas en Napoli; Mark González en CSKA de Moscú; Jean Beausejour en Wigan; Gonzalo Jara en West Bronwich Albion; Mauricio Pinilla en Cagliari; Marcos González en Flamengo; Miguel Pinto en Atlas; sin contar a los que Borghi jamás utilizó como Marco Estrada (Montpellier); Fabián Orellana (Granada); Carlos Carmona (Atalanta) ; Jaime Valdés (Parma) o Esteban Paredes y Héctor Mancilla (México). Los mismos que jugaban a máxima velocidad con Marcelo Bielsa, con Borghi lucían como un equipo timorato, sin ideas ni funcionamiento colectivo.

Eso sucedió este miércoles en Saint Gallen, donde Serbia aplastó a Chile en el primer tiempo y le puso la lápida al comiendo del segundo lapso con un 3-0 contundente. El amistoso, además de la salida de Borghi, sirvió para el debut goleador en la Roja de Ángelo Henríquez, quien puso el gol del honor, de apenas 19 años y que ya juega en el Manchester United, aunque en la plantilla sub-21.