Una semana antes del partido decisivo en que los Broncos de Denver y los Halcones Marinos de Seattle se citan en la helada Gran Manzana, el domingo permitió un respiro momentáneo. Las temperaturas “subieron” a unos cinco grados centígrados bajo cero (23 F).

No es que los jugadores que saldrán al campo en el estadio MetLife tengan quejas sobre el clima. No se perderían este encuentro por nada del mundo ya sea en la tundra de Nueva Jersey o en el Valle de la Muerte.

“Mi equipo está eufórico”, dijo Peyton Manning, el mariscal de campo de los Broncos luego que el equipo se instaló el domingo en Nueva Jersey. “Hemos trabajo duro para ganarnos esta oportunidad. Nos montamos al avión con euforia y salimos del avión con euforia”.

La atención pública ha escudriñando con lupa cada uno de sus movimientos. Una semana lejos de casa. Prácticas en las instalaciones de otro equipo: los Halcones Marinos en el complejo de los Gigantes frente al estacionamiento del MetLife, y los Broncos en el lugar de los Jets en Florham Park, a unos 30 minutos de Meadowlands.

“Evidentemente es el partido más importante que hayamos jugado”, comentó Doug Baldwin, de los Halcones Marinos. “Es uno de los partidos con los que hemos soñado jugar desde que teníamos seis años en las pequeñas ligas. La distracción es algo que tenemos que tratar de eliminar. No será fácil. Pero para actuar como queremos, tendremos que eliminarla”.

Ninguno de los jugadores de Seattle ha llegado tan lejos, lo que favorece relativamente a Denver.

Los Broncos tienen cuatro que ya han pasado por la experiencia: Wes Welker, Jacob Tamme, Dominique Rodgers-Cromartie y el propio Manning.

Manning, por supuesto, es el único jugador de los Broncos con un anillo de campeón, conseguido al frente de los Potros de Indianápolis en el 2007. También perdió en el Super Bowl del 2010 con ante los Santos de Nueva Orleans.

“El Super Bowl es algo tremendo”, dijo Manning. “Yo sé lo difícil que poder estar acá. Yo sé el sacrificio que ha hecho el equipo”.

Los Broncos no parecen inquietarse por sacrificar la comodidad de jugar en un domo o en un clima más caliente. De hecho, se entusiasman con el frío, el viento, la nieve y todo lo demás a lo largo de esta semana en el primer Super Bowl que se disputa al aire libre en una ciudad de clima frío.

“Nos gustaría jugar con temperatura de 70 grados (Fahrenheit)”, dijo Champ Bailey, el esquinero de los Broncos con 15 años de experiencia y finalmente disputará su primer partido por el campeonato. “Peor si me dicen que la temperatura será de 20 grados (F) y estoy en el Super Bowl, pues lo voy aceptar”.