El Chelsea llegó a Pekín con la autoridad que solo confiere una corona de Campeón inglés, dispuesto a demostrar a cualquier aspirante que volverán a ser el rival a batir en Inglaterra con un mensaje claro y directo: aplastaremos a todo aquel que ose cuestionarnos.

Desde el primer minuto, los Blues, que terminarían venciendo por 3-0, sorprendió al Arsenal con un futbol intenso y vertical, como si quisiera avisar a sus rivales de que este año no volverán a repetir la nefasta temporada.

El Arsenal, intimidado, cometía errores en la salida de balón que permitieron que Willian avisara ya en el minuto 8: pese a haberse aprovechado de una pérdida en defensa de los de Wenger, su disparo cruzado se fue fuera por poco. El Chelsea se envalentonaba cada vez más y arrinconaba a unos Gunners perdidos sobre el césped.

El dominio del campeón no tardaría en traducirse en goles: Batshuayi ya dejó claro a la defensa local que esta iba a ser su noche, y en el 36 marcó un tanto anulado por fuera de juego tras una buena jugada ensayada de los de Conte a la salida de un tiro de esquina.

Sin embargo, tan solo cuatro minutos después, fue William el que se resarció de su fallo en los primeros compases del encuentro cruzó el balón a un Ospina que poco pudo hacer.

Y el Campeón demostró que no lo fue por suerte: tan solo dos minutos después, la altísima presión del Chelsea provocó una nueva pérdida de balón del Arsenal. El esférico llegó rápidamente de Kanté a Batshuayi, y el belga disparó con su pierna izquierda para duplicar la ventaja de su equipo.

El delantero, que quería lucirse ante su técnico tras haber declarado éste que el recién fichado Morata será “titular”, añadió otro tanto a su cuenta personal tras arrancar la segunda mitad, después de una buena jugada de Marcos Alonso, que le cedió el balón para que definiera frente al portero colombiano del Arsenal.

Los de Wenger, heridos en su orgullo, mostraron más garra en la segunda mitad, pero sus intentonas se antojaron del todo estériles ante la compacta defensa ideada por Conte, que bloqueó una y otra vez las intentonas de Welbeck y Giroud, escoltados por el prometedor Reiss Nelson, de 17 años, que volvió a dejar detalles de puro talento.

Tras el pitido final, el Chelsea, vitoreado por miles de fanáticos vestidos de azul, confirmó que revalidar la Premier esta temporada es mucho más que un sueño.