Han pasado 49 años. Campeones van y campeones vienen, pero el Vince Lombardi está por regresar a la que fuera su primera morada: el estado de California, sede del primer Super Bowl y por supuesto, lugar donde se disputará su edición número 50.

Todo nació el 15 de enero de 1967. Fue al interior del Los Angeles Memorial Coliseum donde se escribió el primer capítulo de una leyenda que recibió como primer nombre el de ‘First World Championship Game: AFL vs NFL’; para ese entonces aún no se vislumbraba todo lo que vendría a continuación.

El que ahora se rememora como el primer Super Tazón fue concebido como una de las prioridades tras las reuniones entre la NFL y la AFL; ese primer esbozo aún no contemplaba una sede real, y fue hasta mes y medio antes de su realización cuando los sueños se postraron al interior de L.A.

La ahora memorable historia arrancó entre los temibles Empacadores de Green Bay y Jefes de Kansas City; para ese entonces los pupilos de Vince Lombardi lucían como una total amenaza para cualquier equipo que intentara hacerle frente, y el marcador en esa ocasión así lo mostró.

Era un día soleado; más de 60 mil fanáticos se reunieron para presenciar un momento que pasaría a la historia como la raíz de uno de los eventos deportivos más espectaculares a lo largo de todo el globo terráqueo; aún no caían los anuncios multimillonarios e incluso se jugó con balones de diferentes marcas.

Para ese momento el apelativo de Super Bowl se utilizaba de manera casi clandestina; aunque aún no fuera un nombre oficial, fue utilizado con frecuencia entre fanáticos y comentaristas, quienes sabían que lo que estaba en juego necesitaba menos solemnidad de la propuesta por los ejecutivos.

En ese entonces aún ni se imaginaban las hazañas a escribir por hombres como Joe Montana, John Elway ni mucho menos Tom Brady; en aquella época era el veterano Bart Starr el hombre más importante de la NFL y uno de los principales ídolos del deporte norteamericano.

Dos pases de anotación del nacido en Alabama impulsaron un triunfo que le terminaron por erigir como una leyenda; posteriormente fue enviado al Salón de la Fama y pasó a la posteridad como el autor intelectual de aquel 35-10 grabado con el sudor de los más grandes.