Después de la participación de la selección estadounidense en el Premundial de la categoría Sub-20, efectuado en la ciudad de Puebla, quedó claro que la base de jugadores de raíces foráneas es una constante del conjunto de las barras y las estrellas. Así lo prueba el festejo de el juvenil Benji Joya, en la final del Premundial, al levantarse la playera y descubrir un mensaje en español que decía: “TE AMO MAMÁ”.

Sin embargo, la presencia de futbolistas no nacidos en la Unión Americana o de orígenes extranjeros en la selección, no es una realidad exclusiva de hoy en día. La historia del futbol estadounidense está llena de referencias sobre la presencia de la mutliculturalidad, característica de nuestros vecinos del norte.

Con toda la ironía que esto representa, la Selección de los Estados Unidos que participó en el Mundial de Italia 1934, estuvo conformada, en su mayoría, por jugadores de origen alemán, que junto con Aldo Donelli (de origen italiano), se presentaron en el torneo para ser derrotados por otro equipo conformado por nacionalizados, pues la Italia campeona de ese año, contaba con la presencia de jugadores argentinos con apellido de origen Italiano.

Igual que sucediera en el Mundial de 1934, en el año de 1950, Estados Unidos volvió a participar en una Copa del Mundo, y esta vez, fue un haitiano, Joe Gaetjens, quien marcó el gol que le dio al representativo norteamericano una de las victorias más importantes de su historia, al derrotar 1-0 a la selección de Inglaterra.

Esta situación se ha convertido en una constante en el futbol de los Estados Unidos, pues a pesar de casi cuarenta años de ausencia de las Copas del Mundo, desde 1990 y hasta la fecha, el representativo de las barras y las estrellas continúa teniendo entre sus filas jugadores de orígenes extranjeros.