Un Barcelona que se estuvo estrellando durante todo el partido contra la meta del Celtic encontró el chispazo definitivo en la última acción del encuentro, con un remate de Jordi Alba casi en la línea de gol (2-1) en el minuto 94.

El Barça hubiese merecido mayor suerte, por dominio y perseverancia, pero el Celtic también jugó con seriedad sus cartas, aunque para ello renunció a la pelota y sólo la pretendió jugar para buscar en largo a alguno de los suyos para que emprendiese la aventura del contragolpe.


En el lanzamiento del balón al área azulgrana, la ventaja en altura del Celtic fue determinante, ya que Samaras conectó un preciso remate que acabó con el balón rebotado en la espalda de Mancherano antes de entrar en la meta de Valdés (0-1).

El Barça no daba crédito a lo que acababa de ocurrir, aunque sabía qué mal podía padecer si el balón sobrevolaba el área azulgrana, con atacantes que sacaban casi un palmo a alguno de los defensas.

Con el gol a cuestas, el Barça regresó a su calvario, el de mover y mover el balón sin encontrar un agujero por donde colarlo y sorprender al Celtic. Además, el Barça no fijó a ningún atacante como ‘9’ y los centrales del equipo escocés vivieron bastante tranquilos, sólo inquietados por dos faltas directas que lanzó Messi, y con el balón en sendas acciones rozando el travesaño.

En el segundo tiempo, el Barcelona volvió a aplicarse con mucha paciencia, sabedor que tendría momentos para desnivelar el marcador. Lo intentó antes con lanzamientos de Adriano, Messi e Iniesta, pero fue en el 24 de este periodo cuando el gol empezó a dibujarse, hasta que Forster puso el pie para sacar un balón rematado a bocajarro por Messi.

Nuevamente el argentino, en el 29, recibió un balón servido en cuchara por Iniesta y su remate de cabeza volvió a desbaratarlo un espléndido Forster.

Tito Vilanova sacó a Tello y después a Villa, cuando faltaban diez minutos, en busca de alguna acción que ambos pudiesen ayudar a resolver en un área pobladísima. No hubo respuesta inmediata, ya que el Barça, casi con el pulso congelado ante la imposibilidad de derribar una muralla que parecía infranqueable, se sentía incapaz, aunque no perdió la esperanza.

En la última jugada del partido, la suerte volvió a aliarse con los azulgranas y Alba, tras un centro en diagonal, corrió a rematar el balón al fondo de las mallas (2-1).

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