Alfredo di Stéfano, presidente de honor del Real Madrid, falleció, según fuentes familiares, a la edad de 88 años en el hospital Gregorio Marañón de Madrid, tres días después de sufrir una paro cardiorrespiratorio cuando salía de un restaurante.

Di Stéfano, considerado uno de los cuatro grandes del futbol mundial junto con Pelé, Diego Maradona y Johan Cruyff, sufrió el pasado sábado una parada cardíaca en un calle cercana al estadio Santiago Bernabéu y desde entonces permanecía ingresado en la UCI de dicho centro médico.

Su muerte en Madrid este lunes 7 de julio de 2014 mutila una parte sustancial de la historia del futbol moderno, acongoja a los que se emocionaron con sólo escuchar los relatos de sus virtudes y gestas, y lega una herencia impagable a los aficionados que sí tuvieron esa fortuna de verle jugar al futbol.

Hijo de emigrantes italiano y francesa, pasó su infancia en barrios bonaerenses humildes y trabajó durante un tiempo en el negocio agrícola y ganadero familiar, antes de su debut en 1944 en la primera plantilla del River Plate, al que regresó, tras ser cedido luego seis meses al Huracán, para ganar la Liga de 1947.

Ese mismo año jugó sus seis únicos encuentros con la selección argentina. Fue campeón de la Copa América en Guayaquil (Ecuador) con seis goles suyos.

Después de la huelga de los futbolistas argentinos de 1948 por motivo económicos, en 1949 marchó cedido al Millonarios de Bogotá, en el que jugó hasta 1952 con tres títulos de Liga (1949, 1951 y 1952) y dos de máximo goleador (1951 y 1952), antes de regresar a su país para reintegrarse al River Plate.

Después de maravillar a los aficionados en una gira por España con su equipo colombiano, tanto el Barcelona como el Real Madrid intentaron ficharlo.

En mayo de 1953 llegó a España y jugó varios encuentros amistosos con el Barcelona, pese a su compromiso con el Real Madrid. La FIFA medió en el conflicto y decidió que jugara una temporada con cada equipo. El Barcelona, disconforme con el laudo, renunció al jugador, que debutó con el Real Madrid en septiembre de ese año.

Quedaron para la posteridad algunas de las perlas futbolísticas salidas de los pies de Di Stéfano, con las escasas imágenes en blanco y negro de los archivos del No-Do o Televisión Española.

La ‘Saeta Rubia’. El sobrenombre que la afición del River Plate colocó para siempre sobre los hombros de Di Stéfano, pues el delantero era tan veloz como uno de aquellos modernos aviones de los años 40 y 50 con propulsión trasera a reacción (para el vulgo, ‘Saetas’) y por su cabellos rubios.

Nacionalizado español en 1956, en enero del año siguiente debutó con la selección española frente a Holanda, en un partido en el que marcó tres de los cinco goles de su conjunto. Su último encuentro con el equipo nacional fue en diciembre de 1961. Jugó 31 partidos y marcó 23 goles en su trayectoria con la selección.

Con el Real Madrid disputó 510 partidos, en los que marcó 418 goles, en una magnífica carrera con el conjunto blanco que concluyó en la derrota de la Final de la Copa de Europa frente al Inter de Milán del 27 de mayo de 1964.

Balón de Oro en 1957 y 1959, fue máximo goleador en cinco Ligas españolas y contribuyó a la etapa dorada del equipo blanco, en la que sumó cinco Copas de Europa consecutivas (entre 1956 y 1960), en las cuatro primeras con él como máximo artillero; una Copa Intercontinental (1960) y ocho títulos de Liga (1953-54, 1954-55, 1956-57, 1957-58, 1960-61, 1961-62, 1962-63 y 1963-64).

En la primavera de 1966, una tarde del 3 de abril, Di Stéfano jugó su último encuentro oficial. Militaba entonces en el Español de Barcelona y se retiraba, por diversas circunstancias, sin poder disputar Mundial alguno, ni con Argentina ni con España.

Di Stéfano debutó como entrenador con el Elche. Después dirigió al Boca Juniors, Valencia, Real Madrid, Sporting de Lisboa, Rayo Vallecano, Castellón y River Plate.

En mayo de 1982 fichó por el Real Madrid, pero cesó tras perder la Liga 1983-84 en el último partido. En 1985 dirigió de nuevo a Boca Juniors y a comienzos de 1986 se hizo cargo del Valencia, con el que logró el ascenso a Primera División y al que dirigió hasta marzo de 1988.

Entre noviembre de 1990 y marzo de 1991 regresó al banquillo del Real Madrid, su último destino como entrenador. Luego continuó ligado a la entidad blanca como asesor deportivo, delegado y presidente de la Asociación de Veteranos (desde 1993).

Con la llegada de Florentino Pérez a la presidencia de la entidad blanca, en julio de 2000 fue nombrado presidente de honor. Diez años antes, le fue impuesta la Laureada de Oro y Brillantes del club.

Real Madrid puso su nombre al estadio en donde juega el equipo filial y se entrena la primera plantilla. El día de su inauguración, hace siete años, Di Stéfano dejó una de sus frases proverbiales: “Agradezco poder disfrutar en vida porque, en este país, lo normal es que te hagan los homenajes cuando has cruzado la raya”.

Distintas instituciones y organizaciones internacionales del futbol le han reconocido su brillante trayectoria. La FIFA lo consideró uno de los ocho jugadores más importantes de la historia (1997) y en 2000 como el “mejor futbolista de los últimos 70 años”. Fue, además, uno de los primeros en ingresar en su Salón de la Fama y ha recibido la Orden del Mérito de la FIFA (1994).

La Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS) lo eligió tercer “Mejor jugador europeo del siglo XX” y de Sudamérica, y cuarto del Mundo. Además, está en posesión del Gran Collar Extraordinario de la Confederación Sudamericana de Futbol (2003), la Insignia de Oro y Brillantes de la Federación Española de Futbol o el Premio Presidente UEFA (2009).

Caballero de la Orden de Isabel la Católica (1960), tiene la Gran Cruz de la Real Orden del Mérito Deportivo (2000) y la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo (2002). En 1989 le fue concedido el ‘Súper Balón de Oro’ de ‘France Football’ al mejor futbolista de todos los tiempos.

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