Lo que inció como un sueño adolescente, se ha convertido en una realidad. La mexicana Alexa Grasso buscará enamorar a los fanáticos de UFC cuando haga su presentación oficial en el octágono de la empresa, en un escenario inmejorable: la Arena Ciudad de México, es decir, con su gente.

Con una marca invicta de 8-0, la mexicana ha llegado a la compañía estadounidense con gran emoción y para dejar en claro que se merece el lugar que le han brindado.

“No sólo es un sueño hecho realidad por el simple momento de llegar a UFC, sino porque mi debut tan deseado será en México, lo cual es grandioso. Estoy muy emocionada porque tengo la responsabilidad de demostrarle a mi país que estoy haciendo bien la cosas y merezco este lugar; he dado mi corazón a esto”, dijo a RÉCORD la originaria de Guadalajara, Jalisco.

“Yo me veía en UFC desde que comencé en las Artes Marciales Mixtas porque todos los peleadores queremos llegar aquí. Deseaba que fuera invicta y cada vez que pasaba el tiempo quería llegar así hasta que lo logré. Dana White ya me había visto y hasta ahora se pudieron establecer bien los acercamientos”, explicó Alexa.

Grasso viene de una familia de guerreros que ha tenido siempre la adrenalina en sus venas, pues sus primeros coqueteos con los golpes fueron a través de su tío Francisco Grasso, quien era peleador. Asimismo, su padre Luis Grasso la llevaba a ver cómo su tío combatía en el octágono.

“Primero me dijeron que si me gustaba este deporte y mer acerqué al boxeo. Vi que me salía bien y tomé clases. Luego, establecimos un gimnasio y les ayudaba a mi tío y a mi papá a limpiarlo, a estar en la recepción y dar informes. Luego, cuando terminaba me gustaba practicar”, destacó la peleadora invicta que estará el próximo 5 de noviembre en la cartelera de UFC Fight Night donde Rafael Dos Anjos se enfrentará a Tony Ferguson.

“Me acerqué al Jiu Jitsu y me gustó. Continúe practicando y gané una competencia nacional, luego entré a la jaula a pelear y gané, me gustó y seguí hasta el punto en que esto se ha convertido en mi vida”. Y aunque es consciente de las graves lesiones que pueden aparecer, Grasso afirma que “la emoción de llevar al límite mi cuerpo para saber lo que puedo hacer es lo que me mantiene con las ganas de seguir”.