Cuando uno piensa en The Legend of Zelda, de inmediato se remite a una aventura épica y llena de magia, capaz de transportarte a un mundo fantástico repleto de seres místicos; te convierte en un héroe cuya misión es salvar a una princesa de las garras del mal. Un tanto cliché, pero no por eso deja de cautivarte gracias a la forma en que se presenta.

Sin embargo, desde Ocarina of Time, para Nintendo 64, la fórmula de esta franquicia había sido prácticamente la misma y, aunque la historia que contaban salvó a cada uno de los distintos títulos siguientes, el gameplay y la forma se volvieron cuadrados.

Afortunadamente, Nintendo se percató de ello y para el más reciente videojuego de esta saga, Breath of the Wild, los desarrolladores decidieron dejar de atar al jugador, brindándole la experiencia de un mundo totalmente abierto. Fue un acierto total.
The Legend of Zelda: Breath of the Wild nos muestra la misma historia: Link, el personaje principal, debe convertirse en el héroe que está destinado a ser para salvar a la princesa Zelda y al mundo de Hyrule, que viven bajo la opresión de ‘Calamity Ganon’.

El guion es igual al que ya conocemos, mas el hecho de tener libertad para explorar todos los rincones del mapa desde el principio y decidir por uno mismo cuándo acudir a cumplir la misión principal, hace que el jugador se vea inmerso en una aventura distinta a la que estábamos acostumbrados.

Además, las nuevas dinámicas que se incluyeron, como la durabilidad de armas y el recolectar bienes con el fin de preparar alimentos nutritivos para Link, invitan a poner mayor atención en la estrategia para enfrentar a un enemigo y en cómo nos adentramos a ciertas zonas, pues aunque el mundo está abierto para ti, debes ir lo mejor preparado para que no te sorprenda un Moblin muy fuerte o hasta las distintas condiciones climáticas.
Estas innovaciones a un Zelda quizá hagan que los fans más férreos de la franquicia se sientan abrumados, ya que anteriormente el camino era más sencillo o, al menos, más predeterminado. Aun así, realmente no es complejo adaptarse a las mecánicas y sí es entretenido descubrir todo lo que el juego tiene por ofrecer.

Además, como es costumbre en esta saga, la narrativa vuelve a ser sorprendente. Hay giros inesperados y los personajes son entrañables —además, la inlcusión de actuaciones de voz los vuelve aun más memorables—, por lo que es fácil quedarse atrapado por la historia y querer descubrir todos los misterios que llevaron a Link a perder la memoria y despertar para descubrir que la tierra que habita está prácticamente destruida.
Breath of the Wild es un recorrido único; no es la mejor aventura de mapa abierto, pero sin duda viene a reinventar a esta legendaria saga, que necesitaba un verdadero cambio para mantenerse como uno de los principales pilares de la industria.