El día de decir adiós a las victimas del trágico accidente que vivió el Chapecoense llegó. Después de cuatro largos días de espera, los familiares de las víctimas y los seguidores del equipo enmudecieron bajo el mar de lluvia que recibió al medio centenar de féretros sobre el césped del Arena Condá, lugar donde se rendiría honores a los fallecido.

La lluvia, que no había aparecido durante estos días en Chapecó, al sur de Brasil, arreció durante todo el velorio y ganó intensidad a medida que el cortejo fúnebre avanzaba por la calles de de la ciudad, era el anuncio de su llegada.

Unas 19 mil personas tuvieron acceso a las gradas del Arena Condá, prácticamente la totalidad del aforo, dejando la mitad del campo para la disposición de los 50 féretros de jugadores, técnicos y directivos del Chapecoense, así como de algunos periodistas, que fallecieron la noche del lunes al estrellarse en Colombia el avión en el que viajaban.

El Chapecoense tendrá ahora que empezar desde cero un nuevo proyecto deportivo de la mano de una afición que se antoja imprescindible para intentar repetir los éxitos de una plantilla que nadie olvidará.