El papa Benedicto XVI dijo el miércoles ante miles de files que decidió renunciar por “el bien de la Iglesia”, una escena extraordinaria en la que un pontífice ofrece una explicación a su rebaño en su primera presentación tras su sorprendente anuncio de que dejaría el cargo.

Con semblante cansado pero sereno, el jerarca católico de 85 años recibió una ovación de pie cuando ingresó en una sala repleta para su tradicional lección de catecismo de los miércoles. Mientras emitía su discurso el Papa fue interrumpido repetidamente por los aplausos y muchos entre los miles de asistentes a la audiencia tenían lágrimas en los ojos.

Una enorme manta que colgaba en el fondo del recinto decía “Grazie Santita” (Gracias Su Santidad).

Benedicto XVI se veía débil y su voz sonaba muy suave, pero sus ojos brillaban ante la cálida y sincera bienvenida de los fieles. Repitió en italiano lo que había dicho el lunes en latín a sus cardenales: que simplemente no tenía las fuerzas para continuar.

“Como ustedes saben, he decidido renunciar al ministerio que el Señor me otorgó el 19 de abril de 2005”, afirmó el pontífice en medio de los aplausos. “Hice esto en plena libertad por el bien de la Iglesia”.

Agradeció a los fieles sus oraciones y amor, que él dijo había “sentido físicamente estos días que no han sido fáciles para mí”. Pidió a los creyentes que “continúen orando por mí, por la Iglesia y por el futuro Papa”.

El ambiente fue festivo y cálido, aunque algo agridulce, como si la multitud intentara pedirle al Papa que permaneciera con ellos un poco más. Un coro de niños escolares italianos cantó en alemán uno de los himnos favoritos del pontífice, un gesto que conmovió al Papa, el cual les agradeció porque interpretaron una pieza “que me es particularmente querida”.

“(Benedicto XVI) nos dio ocho años maravillosos de sus palabras”, dijo la italiana Ileana Sviben, de la ciudad norteña de Trieste y que no podía ocultar su tristeza. “Fue un teólogo y pastor maravilloso”.

“Vinimos de vacaciones y ahora hemos vivido todo esto”, dijo maravillado el turista estadounidense Terry Rodger, mientras caminaba hacia la audiencia. “Estoy muy emocionado. Sorprendido”.

Sin embargo, el padre Reinaldo Braga hijo, sacerdote brasileño que estudia teología en Roma, dijo que se entristeció cuando se enteró por primera vez de la renuncia del Papa.

“El ambiente era de funeral aunque nadie había muerto”, dijo Braga. “Pero después me di cuenta que era una acto sensato a favor de toda la Iglesia. El le enseñó a la Iglesia y al mundo que lo importante en el papado no es el poder, sino el servicio”.

Este fue el punto de vista en el que hizo hincapié Benedicto XVI el miércoles al decirle a su rebaño que “el camino del poder no es el camino de Dios”.

La audiencia incluyó grupos de monjas que ondeaban banderas papales. Entre los clérigos estaba el cardenal estadounidense Bernard Law, quien renunció como arzobispo de Boston en el momento más difícil del escándalo de sacerdotes pederastas en Estados Unidos.

Benedicto XVI es el primer pontífice que renuncia al cargo en casi 600 años, una decisión que ha dejado al Vaticano en terreno incierto: nadie sabe cómo se le llamara ni qué vestimenta portará después del 28 de febrero.

El Vaticano adelantó algunos detalles del último día del pontífice en el puesto y dijo que éste asistirá a una ceremonia matutina de despedida con sus cardenales y alrededor de las 5 de la tarde se trasladará en helicóptero al retiro veraniego papal en Castel Gandolfo.