Los futbolistas profesionales que alcanzan la fama y los reflectores por medio de su talento dentro del terreno de juego, se convierten automáticamente -al menos a ojos de sus pasionales aficionados- en semidioses de la era moderna, una versión actualizada de gladiadores romanos casi invencibles: “Héroes de consumo popular”, como los llamara Héctor Huerta, en el título de su primer libro.

Sin embargo, esa imagen de invencibilidad física y emocional no es suficiente para quedar exento de una realidad cotidiana, que puede trastocar a cualquiera, sin diferenciar estatus social, nivel de popularidad o tipo de profesión.

Matías Alustiza, quien con sus goles en Argentina, España, Ecuador y México se convirtiera ya en un ídolo para muchos, sufrió en carne propia uno de los golpes más duros que podría recibir un ser humano.

En marzo de 2016, tras nueve meses de espera junto a su esposa por Lupita, su primera hija después de dos varones, el ‘Chavo’ tuvo que decirle adiós a la pequeña, debido a complicaciones posteriores al nacimiento.

El revés puso de rodillas al entonces jugador de Puebla al grado de perder la fe en prácticamente todo y querer poner fin a su carrera como futbolista.

Completamente sincerado, en charla,  el ahora futbolista de los rojinegros del Atlas reconoce que atravesó el momento más duro en sus 32 años de vida. Y aunque lleva la religión y su fe literalmente en la piel, hoy todo eso ha quedado de lado debido al dolor.

“Sí (soy religioso), pero cuando me tocó perder a mi hija, fue el momento más difícil de mi vida, uno en ese momento no cree en nada, ni en cábalas, en nada. Hoy estoy enojado con todo, tengo a la Virgen de Guadalupe tatuada, y en ese momento me sentí solo, tanto yo como mi mujer y nos hicimos de lado de todo. Pero sabemos que tenemos que seguir confiando, porque tenemos dos hijos para seguir adelante”.

“Fue un momento muy difícil, donde con mi mujer sentados en casa, hasta pensé dejar el futbol, la verdad. Pero tengo dos hijos más, mi familia por quién seguir luchando, es un golpe muy duro de la vida, que no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Pero si sigo de pie y luchando es por mi mujer, por mis hijos, por mi familia y la gente que realmente me quiere y estuvo en el momento más difícil, sé que eso lo voy a valorar, es por ellos que estoy de pie”, explica Matías con la voz entrecortada.

Han pasado nueve meses desde que Alustiza y su familia dijeron adiós a Lupita, mas no hay día en el que el ‘Chavo’ no recuerde a esa pequeña, que ahora se ha convertido en un motor para poder continuar, tanto dentro como fuera de la cancha.

“La verdad pasaron nueve meses y me la sigo imaginando, pensando el día a día, tenerla con nosotros, poder jugar con ella, como lo hago con mis otros dos hijos. Es muy difícil, la verdad convivir día a día con esto, tratamos de ser fuertes delante de ellos (hijos) porque son chicos y tratar de seguir peleando y darle para adelante como siempre lo hice. He pasado momentos difíciles, jamás como este, pero me han puesto piedras y siempre fuimos para adelante”, agrega el nacido en Azul, Argentina mientras seca con su mano derecha un par de lágrimas que han comenzado a asomar por sus ojos.

Antes de terminar con la entrevista, el ya experimentado atacante transmite su nueva visión de la vida, especialmente desde la perspectiva de un futbolista, profesión que según refiere el propio naturalizado mexicano, distorsiona la realidad en muchas ocasiones y aleja a esos “gladiadores” de lo que realmente importa.

“Mi familia siempre estuvo ahí, uno a veces hace problemas por cosas tan simples de la vida y hay tanta gente enferma, en los hospitales, soy de ayudarlos en hospitales y ver otras realidades. Soy una persona humilde, que vengo de muy abajo, y veo las cosas diferentes. Me verán en lugares como mercadillos o cualquier lado porque soy así, no es vender humo ni nada”.

“A veces cuando uno tiene fama, dinero, se olvida (de la realidad). Tienes que tener los pies en la tierra porque es una rueda, hoy estás arriba y mañana estás abajo. Uno tiene que equilibrar, hablo con los más chavos, a veces uno cuando es chico le gustaría que un grande te aconseje. Trato de inculcarles eso, decirles cuál es la vida porque uno no se da cuenta, hace dos goles y eres el mejor. Uno tiene que estar con los pies sobre la tierra”.