Había quienes la admiraban, a algunos les parecía “chistosa”, y otros más no la conocían. La noche del jueves Kim Kardashian conjuntó todo tipo de opiniones en el 40 aniversario de la revista femenina Cosmopolitan.

“Para mí es una de las mujeres que más llaman la atención del medio artístico estadounidense y me parece admirable lo que ha logrado”, dijo Galilea Montijo sobre la celebridad estadounidense.

África Zavala fue más honesta: “¡Uf!. Me descubrieron. No es que no sepa quién es, pero no la conozco; me parece una chava chistosa”.

Sofía Castro, hija de Angélica Rivera y José Alberto Castro, no es una “chica Cosmo”, pero gusta de la publicación y lo que hace Kardashian.

“Me parece bien que venga a México y conviva un rato con sus fans”, comentó.

Así la mayoría, quienes sólo querían confirmar o derribar mitos sobre la socialité, quien llegó, posó, partió pastel y se fue minutos después de haber llegado a un hotel de la zona de Santa Fe, donde se realizó la celebración.

Llegó, sonrió y se fue

De los mil 350 invitados al festejo de 40 aniversario de Cosmopolitan, sólo Kim Kardashian llegó custodiada por un séquito de seguridad.

“¿Tienes miedo de venir a la Ciudad de México?”, se cuestionó a la celebridad. “No, es un lugar que me encanta. No hay una razón para temer. Me gustaría pasar más tiempo aquí”, respondió.

El estudiado discurso de Kim empezó con un: “Amo México, es la primera vez que estoy en la Ciudad de México. Adoro pasar vacaciones aquí y de hecho mi familia está celosa de que haya venido”.

Y si la teoría de que “el amor engorda” es cierta, Kim es muestra de ello. Su vestido blanco dejó ver lo poco que sobra de sus voluptupsas formas en la parte abdominal y de la cintura, pero sus glúteos, bronceado rostro y ojos mediterráneos fueron suficientes para desviar la atención.

“¿Dónde dejaste a Kanye?”, salió de uno de los 100 reporteros presentes. “Está trabajando ahorita, está en París”, dijo con una sonrisa que sedujo lentes y cámaras de televisión.

Minutos después sus zapatos dorados se perdieron entre su escolta rumbo al BallRoom A y B, donde la fiesta ya tenía tono. Partiría el pastel y se iría minutos después.