“Sabíamos que los resultados que obtendríamos, simplemente estarían determinados por nuestras propias expectativas”.

Inicio con esta idea, de muchas que compartió Chucho Ramírez, este hombre de un apreciable don de la palabra, él, quien logró el campeonato mundial sub 17 un dos de octubre en el año 2005 con jóvenes en los que provocó un cambio de mentalidad, de ideas, de estilo de vida y hasta un cambio en alimentación y salud.

Rompió con el estereotipo que le precedía al futbol mexicano y logró darle a los mexicanos un triunfo impensable.

Rompió las barreras del “no se puede” “nunca se ha podido” “no vas a llegar”…

Este lunes tuve la fortuna de sentarme a escuchar  una conferencia titulada “Crónicas de un campeonato anunciado” impartida por Chucho precisamente.

Agradezco la oportunidad de mi amiga Fer, por la invitación, a lo que confieso, no tenía idea de la riqueza con la que me toparía y de la grata experiencia de transformar tu mentalidad a base de una gran experiencia real de vida.

La cereza del pastel, es que ésta experiencia de vida estaba basada en futbol, amor al futbol.

Al llegar a la conferencia en el escenario se presentaba la habilidad de coordinación y la capacidad del dominio del cuerpo de Beto Dominator, este Señor, tiene un talento con el balón que te deja admirado.

Hace de todo con la pelota en cualquier parte del cuerpo que usted se imagine, cabeza, pies, muslos, espalda, nariz, boca; imagínelo.

Con decirles que subió la escultura del Cristo Redentor en Brasil, dominado el balón, su amigo, su compañero, como lo define.

Pero lo extraordinario de Dominator es que no se queda con el talento, te invita a poder lograrlo tú también, ¿por qué no?

Fue más de una hora la que esperamos para escuchar a Chucho Ramírez, por el contratiempo con el tema del avión y esas cosas de aerolíneas, mientras Dominator subía y  bajaba unas escaleras con el balón en la frente, alado los jugadores de segunda división de Correcaminos, dominaban el balón para pasar el tiempo, sin embargo en el momento que llegó el ponente y empezó a hablar, nadie se acordó de la espera.

Cada palabra era aprendizaje; qué fortuna escuchar las anécdotas de cómo se formó aquel equipo que logró ser campeón del mundo, cómo los eligió, que buscó, cómo entrenaron, cómo se prepararon, qué pasaba por la mente del Director técnico, en fin, un sin número de experiencias que tenían al público, atento y callado.

El equipo que Chucho quería

Nos platicó como empezó a formar esta selección, su idea era clara, quería muchachos con alma, corazón, con una gran actitud, deseo de desarrollo, de triunfar.

Solamente quince minutos de sus visorias las enfocaba a los jugadores con el balón, el resto del tiempo observaba con cuidado el lenguaje corporal de los muchachos, la actitud sin la pelota en los pies y eso, importaba aún más que el súper talento.

De ahí, de esa metodología surgió su capitán, un joven que describió como talentoso, de gran educación, responsable,  que sin estar dentro del campo alentaba a sus compañeros, se metía en el juego, estaba ahí, un joven estudiante, ahora licenciado en administración, a quien admira y reconoce, Patricio, el “Pato” Araujo.

Chucho, se dio la tarea de conocer a cada uno de ellos, conocía no solo al jugador, sabia de sus gustos y su realidad de vida y en base a eso, trabajo todas las áreas.

Los ideales

“Teníamos que generar cambio en el futbol mexicano y más allá, lo más importante, un cambio en nuestras vidas. Rebasar las fronteras de lo antes establecido… el nivel de autoestima iba a determinar el rango de nuestros alcances”.

Realmente me hubiera gustado que usted estimado lector estuviera ahí, escuchándolo todo, viéndolo todo.

Mientras contaba la historia, en las pantallas pasaban los videos de la pretemporada que estos muchachos seleccionados mexicanos vivieron, ejercicios intensos, trabajo duro, retos físicos, y ahí constatabas el progreso.

Dejó claro que la mente solo puede lograr aquello que cree posible y en el caso de los muchachos, así lo logró.

Salieron de México asegurando que eran los campeones del mundo, solo irían a ejecutar lo que ya habían visualizado.

Decidieron como equipo no postergar más el éxito y se convencieron de poder hacerlo.

Y ahí se logró, pese a todos los no, a todos los incrédulos y a sus obstáculos personales, fueron los campeones del mundo.

Aplaudo a los responsables de invitar a Jesús Ramírez, a esta Ciudad y brindarnos la oportunidad de recibir tanto.

Hace falta dedicarle tiempo a la parte más importante del ser humano, la motivación, el motor, la mentalidad.

Porque es ahí precisamente en donde está el problema, la mentalidad de no aventurarse, los límites mentales, el  no sentirte capaz. La mala historia que viene tras nosotros. La estadística, lo común.

Hace falta darle la importancia merecida, muchos Clubs de futbol no trabajan esta área, y si bien no lo es todo, sí es una parte muy importante dentro del equipo para conseguir campeonatos, títulos y triunfos.

Si tienes calidad deportiva, enfócate ahora en calidad humana, en tener de verdad un equipo que se la crea, que sepa manejar sus fortalezas mentales, que se visualice y después ejecute. Que tenga amor y pasión por lo que realiza.

Y no todo es futbol, cuánto bien les haría a las instituciones brindar este tipo de apertura a sus empleados. Refrescarse con nuevas formas de ver los retos.

Me hubiera gustado que muchos más participaran de la extraordinaria conferencia, pero como dice en un pasaje bíblico,

“Son muchos los llamados, pocos los escogidos”, y por alguna razón fui participe de esto.

Ojalá se repita la visita de Chucho Ramírez y usted esté ahí.