Después de tanto tiempo, Cuauhtémoc Blanco se despidió del fútbol mexicano y del club que lo vio nacer, el club América.

La tarde del sábado fue una tarde especial para todo el “Americanismo” del país, y es que Blanco es considerado como el último gran ídolo y ahora como una leyenda del cuadro azulcrema,  vaya que no es fácil ser ídolo y leyenda en este equipo de tan grande magnitud.

Cuauhtémoc Blanco representa todo lo que el americanismo debe de ser: encarador, “agrandado”, creído, pero a la vez de barrio, tal como las grandes leyendas que da el fútbol.

Yo no sé si desde años atrás ya estaba planeado que “El Cuau” se retirara en el año del centenario, pero sin duda, era algo que no se le tenía perdonado a Ricardo Peláez y era algo que toda la afición quería ver desde muchísimos años atrás. No es que desprecie el homenaje, el partido y el número 100, solo que esto era algo que tenía que verse, tal vez unos cinco años atrás cuando el jugador estaba aún en el esplendor de su carrera y no hasta ahorita, que ya construyo su carrera alejada del deporte.

“Genio y figura, hasta la sepultura”; todos los relatos que se tienen de los vestidores que piso este hombre, son relatos de liderazgo, compromiso, bromas, pero sobretodo amor al fútbol y para muestra, los tachones conmemorativos que regaló a sus compañeros de este partido tan especial.

Si bien, no fue tan campeón, ni fue a tantos mundiales y su carrera por España no fue tan espectacular como se merecía, la carrera de Blanco es algo inolvidable para todos los que vemos fútbol.

Una última ”Cuauhteminha”, un último tiro con ese toque tan especial, tan característico, ese toque que no se pierde a pesar de la edad y la inactividad.

“Que no salga el balón, Cuau no ha metido gol”…

El momento se llegó, a los 36 minutos Darwin Quintero llega a la línea lateral para así poder dar la despedida al festejado de la tarde. “Oeee oeee oeee oee, TEMO,TEMO”. A más de uno se le llenaron los ojos de lágrimas porque en este momento se retiraba no solo el ídolo americanista, también se retiraba un gran seleccionado nacional, alguien que daba todo en cada partido y que se encargaba de ponerle magia a cada una de sus jugadas y que también nos regaló muchos goles, no solo al americanismo, sino a México en su totalidad.

Cuauhtémoc, ha dejado la estafeta a el próximo ídolo americanista, el jugador que llegó, no gusto pero que con el paso del tiempo se ha convertido en el jugador favorito de muchos y el que también se ha encargado de dejar cuerpo, alma y esfuerzo en la cancha… el capitán, Rubens Sambueza… “Me dijo que ahí me encargaba el escudo, que estos colores se defienden con la vida”.

Ha llegado la época de la nueva leyenda del americanismo, leyenda viviente que se retira dejando a la afición con un gran sabor de boca y al americanismo satisfecho por tantas alegrías y picardía en su andar.

Adiós Cuauhtémoc Blanco, ¡Gracias!