Estoy consciente de que habremos en este mundo amantes del futbol y a quienes les da lo mismo

si existe o no. También están los anti futboleros, estos que surgieron con mayor fuerza en las

redes sociales sobre todo en este Mundial.

Leí mucha frases, ideas y posturas. Muy respetables; pero, esto me hizo pensar en todo lo que

implica el futbol y por qué a muchos nos cautiva de una manera inusual.

Así es, estimado lector, nos cautiva, nos emociona y nos produce una pasión que es auténtica del

futbol. Me atrevo a decir que ningún otro deporte lo lograría.

Los ingredientes que forman este enorme deporte son de todos colores y sabores.

La experiencia de conocer y saber lo que en ése rectángulo verde se desarrolla es mucho más que

ver “once hombres corriendo tras un balón”.

Primero el conformar un equipo de futbol es tan complicado y difícil como armar un

rompecabezas de mil piezas, porque aunque aquí son solo once, esos once deben encajar

perfectamente uno con otro para que el desarrollo del juego desemboque en la esencia perfecta

del balompié, el gol.

Los defensas combinan fuerza y lectura para poder anticipar el movimiento de su rival y obstruirle

el paso, ellos se arriesgarán todo, incluso tarjetas o golpes en su afán de defender, con tal de no

darle oportunidad al delantero que al contrario de ellos buscará acercarse lo mejor que pueda en

búsqueda de la portería.

Los medios ayudan a llevar la pelota a la otra instancia, elementos con rapidez y agilidad en sus

pies. Sus piernas que deben tener ligereza pero fuerza para tener la potencia necesaria para

arrancar en cualquier momento y frenarse para cederle el turno a otro de llevar la bola.

Son ellos quienes con su inteligencia le dan cuerpo al juego, le dan ese sabor que nos deja atónicos

al ver como gambetean y pareciera que sus manos están en los pies.

Ese momento en el que se la juegan en la banda a punto de salir del terreno permitido y son

capaces con un movimiento de rescatar la pelota del rival y llevarla a los pies de otro jugador que

al igual que ellos debe tener la exactitud de mandarla incluso hasta la otra banda, ahí justo a los

pies del delantero.

La habilidad inexplicable de manejar la pelota con tal sutileza que un tiro tenga un efecto especial;

pareciera que dibujaron antes la trayectoria que debe seguir el balón.

Los delanteros con su inigualable potencia para lanzar una patada que logre colocar el balón

en la red, con tal fuerza que libre las manos del guardameta e incluso vencerlas, pero con tanta

exactitud que logre colocarse en el ángulo perfecto sin que los postes hagan de las suyas.

Ellos que pisan el terreno prohibido, que pese a la obstrucción del paso se mueven en el terreno

resguardado por los defensores y logran vencerlos.

Sin dejar de lado lo que significa rematar con la cabeza. ¿Se imagina la habilidad y fuerza necesaria

para que un golpe logre dar fuerza al balón y ganarle al portero su guarida?

Esto señores, es un conjunto de habilidades y no solo con los pies si no con mucha cabeza y

corazón, con un Don especial, habilidades únicas.

Por ningún lado veo solo “once hombres corriendo tras un balón”.

Como espectador sabes lo que es disfrutar de esas jugadas en las que tu equipo en conjunto logra

avanzar por el campo y genera peligro.

Quienes amamos el futbol sabemos de la inexplicable sensación del gol. Y es que no solo es una

bola que logró entrar en la red, es un conjunto de acciones de equipo las que llevaron a esa pelota

a la acción culmen del partido.

Ni hablar de la reacción en el cuerpo humano aficionado, te deshaces gritando, te emocionas,

brincas, tiemblas, quieres correr y abrazar a los jugadores que están festejando como tu un gol.

De igual forma la tristeza de que nuestro equipo pierda, no es una tristeza vana, el amor a este

deporte es singular. La realidad como hincha es que en realidad te deprime no haber logrado el

triunfo, aunque tú ni siquiera hayas posado la cancha. Tus ojos lo dicen todo y es un sentimiento

que pocos podemos sentir.

Muchos amamos nuestro equipo desde pequeños, otros porque les gustó el uniforme y otros por

tradición familiar, cualquiera de estas opciones no hace ni más ni menos el amor, ese de todas

formas se cultiva partido a partido. Esa es precisamente la magia del futbol.

Al futbol lo perdonamos infinidad de veces, nos decepciona pero con la misma emoción y hasta

más volvemos a creer en él. Es nuestro eterno amor.

Podremos ser tontos, borregos, ingenuos o descuidados, según quienes se eximen de saborear

el futbol, pero nadie entiende mejor que nosotros el amor al balompié, una vez que probaste sus

delicias, no lo dejas jamás.

Privilegiados quienes vemos en este deporte más que un balón y un equipo. Privilegiados somos

quienes no solo vemos futbol, vivimos futbol y saboreamos futbol.

Entender el balompié y saber disfrutarlo, es de pocos. Respetable es el que le guste, le apasione y

lo ame y respetable es también, al que no.

Si usted es como yo, futbolero, felicidades. Si no, permítame decirle de lo que se pierde.